Cumpleaños en Pandemia

El año pasado cumplí medio siglo de estar en el mundo. Recuerdo haber recibido una carta de un amigo que me decía: “lo mejor está por llegar”. Sólo pasaron unas semanas y apareció el Covid que lo cambió todo. Se acumularon los meses entre angustia y desasosiego; a veces, las menos, con un suspiro de esperanza. Eso sí, tenía la certeza de que en mi cumpleaños 51, el 2 de febrero del 2021, las cosas irían mejor. Pues no.


Me tocó nuevamente la cuarentena en medio de la tenebrosa segunda ola. Festejé en casa. En la mañana con un desayuno preparado por mi familia. Luego comida que trajeron a mi puerta. En la tarde fuimos a caminar por el barrio, por supuesto con cubrebocas, y en la noche una reunión Zoom.


Fue curioso, mis familiares y amigos están repartidos por el planeta y siempre tuve que festejar con grupos separados. Un año en México, otro en Francia, otro en Bolivia. Fue gracias a la pandemia que los tuve a todos a la vez en mi pantalla cantándome “Del cielo bajó una estrella coronada de matices, con un letrero que dice, que cumplas años felices” (además de Las Mañanitas, claro; jamás Happy Birthday). Alguien se conectaba de Santiago, otro de la Ciudad de México, algunos de Lovaina, París y Estados Unidos, muchos de La Paz. No todos se conocían, pero el asunto fluía.


Las cuarentenas nos han situado en una nueva relación con el otro, ya se ha dicho mucho sobre el tema. Vivimos entre el miedo al contagio, la distancia física, la presencia necrológica permanente, el cubrebocas y el alcohol en las manos. Pero a la vez las posibilidades de intercambio virtual han explotado. 


El último curso que di en el posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México fue completamente en línea, participaron una veintena de estudiantes de distintos países y conferencistas de varios continentes. Si hubiera sido presencial, el seminario sólo habría podido llegar a unas cinco personas, todas en la Ciudad Universitaria. Lo virtual tiene sus ventajas.


El caso, como decía, es que este cumpleaños fue memorable porque pude reunir a muchos en mi departamento, cantar y brindar con una copa de vino. De la pandemia tenemos varias enseñanzas: hay que cultivar la paciencia, inventar la manera de ser felices, y celebrar la vida. ¡Salud!

Publicado en El Deber el 09 de febrero del 2021. 

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