Licencia de conducir
Estaba esquivando el trámite, pero ya no puedo más: tengo que sacar mi licencia de conducir. Sabía que iba a ser engorroso, seguramente por eso encontraba buenas razones para patear la pelota adelante. La situación se complica porque mi último brevete boliviano venció hace un par de décadas. Un día me armo de valor cuando han disminuido los contagios por Covid, y voy al tránsito. Una amable señorita me dice que primero tengo que pasar un examen teórico y práctico, para lo cual debo inscribirme en una escuela de conducción. Averiguo cómo funciona el asunto de la tal institución: primero requiero un certificado médico de un centro autorizado (no cualquier doctor, claro). Voy a hacerme el estudio, por suerte no tarda mucho, sólo un poco más de una hora. Se toman muy en serio el test psicológico, me hacen memorizar objetos, contar de manera descendente con los brazos extendidos, me preguntan cosas con respuestas obvias y al final me la psicóloga emite su sentencia: “usted es apto para cond