Dilogar con Zizek
Hugo José Suárez Sociólogo
Leí una entrevista a Slavoj
Zizek muy interesante. Tengo cierta reticencia a los autores estelares
encargados de nutrir, alimentar y reproducir utopías a públicos ávidos de
"profetas sociales” (como decía Bourdieu).
Además, el estilo
espectacular de Zizek aveces me da desconfianza -es un "show-man” de las
ideas-. Por eso reproduce en mi muro de "Face” hace unas semanas una
crítica de Antonio Muñoz Molina en El País comentando la visita del filósofo a
Madrid y su impacto, recordando su propio pasado cuando recibieron a Althusser
con igual entusiasmo décadas atrás.
Pero, dicho lo anterior,
quiero referirme a reflexiones que me han invitado a dialogar -que de eso es de
lo que se trata- aparecidas en una entrevista a Zizek publicada en el
suplemento del periódico mexicano Milenio (15/07/2017).
Juegos
modernos
El filósofo reflexiona sobre
la necesidad de considerar los distintos insumos de la globalización y de la
tecnología como oportunidades para la creación y la crítica. Se refiere a un
juego sobre Chernóbil hecho por ucranianos, donde existen los monstruos creados
por la radiación. El tratamiento y las luchas que navegan sobre la plataforma
tradicional del videojuego ahora es
utilizado para discutir los episodios tan dolorosos como fundamentales.
Otro tema, que viene de la
mano de la filosofía del videojuego, es el "cambio de temporalidad”, donde
la muerte no existe, pues el jugador siempre puede revivir. "Se trata de
un tiempo circular” que cuestiona la cultura de la lineal mortalidad cristiana
que necesita de Jesús y su obra resurrección en una narrativa horizontal -antes
y después de Cristo-. En el videojuego se propone "un tiempo circular”,
donde no existe la muerte como un fin, sino como una espiral infinita.
También asusta, como lo
subraya Zizek, el control de información privada que está en manos de grandes
empresas (como Google o Facebook) que saben lo que visitamos, por dónde vamos,
lo que consumimos, lo que leemos. Su capacidad de anticipar nuestros gustos es
sorprendente y espeluznante (por cierto, últimamente cada que entro a una
página web me quieren vender cosas similares a mi última compra). Si eso lo
cruzamos con el control de datos de los sistemas financieros (bancos,
ministerios, autoridades), estamos completamente desnudos frente al Big Brother
que conoce todos nuestros movimientos.
Otra inquietante cara de la
medalla son los avances tecnológicos que empiezan a vincular cerebro con la
máquina sin mediación corporal. Si bien esta es una fase experimental, es muy
probable que en poco tiempo la tecnología permita que la instrucción mental
opere directamente en algún tipo de robot que haga todo lo que queramos. ¿Cómo
modificará eso nuestro comportamiento cotidiano? ¿Qué consecuencias? Es difícil
preverlo, pero no es muy esperanzador.
Por último, la biogenética.
Zizek reproduce asombrado una propaganda que vio en su viaje a China: "el
objetivo de la biogenética en la República Popular China es regular física y
mentalmente el bienestar de los chinos”. La reacción del autor no es menor:
"¡Dios mío! ¡Y es algo que ya están haciendo! La idea es usar biogenética
para controlar los impulsos de la gente, su agresividad o pasividad, su actitud
en la sociedad del trabajo…”. El gran sueño de control de la mente no estaría
tan lejos.
Explica el filósofo que esta
agenda perversa, que se ve con claridad en series televisivas como Orphan Black
o Black Mirror, fue pensada por
Stalin en 1931 que "les creía a unos locos biólogos que afirmaban que
podían mezclar seres humanos con simios para obtener la máquina perfecta de
trabajo. Entenderían lo elemental del lenguaje, pero no tendrían capacidad de
protestar, de comprender. Era algo primitivo y no funcionó. Sin embargo, ahora
nos aproximamos a algo aparecido”.
Estaríamos cerca de tener un hombre disciplinado construido
biológicamente para reproducir un rol previamente asignado por una inteligencia
de Estado. Aterrador.
Concluye el autor: "por
eso digo que están ocurriendo cosas muy serias que exigen que redefinamos qué
significa ser humanos… La naturaleza humana está, literalmente, cambiando”.
Decía que no me gustan los
profetas sociales; sí los pensadores que invitan a pensar.
Publicado en: Diario Pagina 7.30 de julio de 2017
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