Reseña de Sueño Ligero en La Jornada Semanal por Antonio Soria (17-06-2013)

La patria es asunto personal
Antonio Soria


Sueño ligero. Memoria de la vida cotidiana,
Hugo José Suárez,
Editorial Gente Común,
Bolivia, 2012.

El lindo nombre de la casa editora de este volumen hace un agradable contrasentido con la naturaleza del propio libro, cuando se le coteja desde estos pagos: para empezar, por lo inusual de recibir aquí, en México, una publicación boliviana y, en esa misma línea, por lo poco común que es aproximar la atención a las letras de un autor nacido en Bolivia –¿o algún improbable lector tiene, ahora mismo, en la punta de la lengua el nombre de un par de autores nacidos en Bolivia, como sí tiene los de más de dos argentinos, colombianos o chilenos, por poner el caso? En abundancia de atipicidades, he aquí la mirada de un boliviano que, avecindado en México desde hace algunos años, lo ha vivido, lo muestra y se/nos lo explica de un modo naturalmente imposible para quienes somos aborígenes de estas tierras: con los ojos que serían equivalentes al de quien, habiendo llegado sin mirar a un lugar que desconoce, alza los párpados y, poco a poco, casi a tientas la mirada, siente el impulso de una amable obligación: la de compartir lo que le gusta, aquello que le maravilla, eso otro que le provoca curiosidad, admiración, sorpresa, y entretanto nace y se aclimata la estadía, va también y lentamente aprendiendo a mirar con el asombro, sí, pero combinándolo con la pertenencia, con esa forma de hacerse parte de, que algunos, como Julio Cortázar, han llamado derecho de ciudad.
Con ese derecho, ganado a plenitud, Hugo José Suárez habla de México y, al ser las suyas estampas impregnadas con un tono declaradamente personal, vale precisar que es entonces de su México que las líneas versan. Cronista desde el privilegio de la excepción, si cabe la especie de oxímoron, Suárez se reconoce “propio y ajeno”, como por cierto se titula el texto que clausura el volumen. Antes de eso, el autor verifica un itinerario marcado por ocho estaciones: "Azares", "Nostalgias", "Buenas compañías", "Angustias paternales", "Tránsitos", "Miradas", "Ausencias" y, al final, el ya referido “Propio y ajeno” como parada única en "Para cerrar un itinerario".
Sociólogo de profesión –se desempeña como investigador en el IIS de la UNAM–, Suárez aplica esa forma de mirar o, mejor dicho, la combina con la del transeúnte y ciudadano que es como todos pero que, al mismo tiempo, hace algo que por cierto no hacen todos: reflexiona en torno a lo mirado, hace el apunte del detalle, se detiene ya un pequeño instante, ya un rato más largo, en las aristas de la realidad de a pie, esa que va de los andenes del Metro a alguna librería, y de ahí a un parque infantil de diversiones, y de ahí a la escuela, o bien revisita una Bolivia que no estará físicamente todo el tiempo, pero en la mente del autor no hace vacío ni un minuto.
Esas son las tres constantes que determinan el Sueño ligero del sociólogo que escribe aquí, o del escritor que sociologiza: la mirada –que no en balde la fotografía es otro de sus fuertes, y a ella le dedica un apartado entero–, la extranjería que no lo es del todo porque va dejando de serlo cada vez, y Bolivia con su carga de nostalgia, de experiencia y de vivencias primeras que luego han de conformarle al autor los derroteros vitales, de profesión, de preferencias y de gustos, de sentimientos inclusive.
El ojo primero, luego la palabra, pero ambos guiados por el afecto, diríase, al conocimiento; por el deseo de aprehender un entorno cotidiano que, bien se ve que Suárez bien lo sabe, a final de cuentas es la verdadera patria, la personal e intransferible, esa que nada más uno, que la vive, es capaz de describir.

La Jornada Semanal, 16-06-2013. http://www.jornada.unam.mx/2013/06/16/sem-leer.html

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