La Alfarera, de Jesús Durán



La Alfarera es un disco sobrio, a la vez que profundo. Se trata de una compilación del canta-autor boliviano Jesús Durán con lo mejor de su producción. El Jechu, como fue conocido, fundó y dirigió el Taller de Música Popular Arawi, que fuera un colectivo de jóvenes creadores que, en 1984, presentaron el álbum Explicación de mi país, disco que recorría la historia y el territorio de Bolivia en una lectura crítica y a la vez cargada de propuestas. Durante los años ochenta y noventa, canciones como Las Ninfas (letra de Jaime Sáenz), Siglo XX, Warmis, Jallalla, y tantas otras acompañaron guitarreadas, veladas universitarias y conciertos, y fueron re-interpretadas por varios artistas de distintos géneros en las décadas siguientes.

Jesús Durán no sólo ha sido un compositor, sino que ha diseñado un horizonte cultural, y su obra ha marcado una lectura de lo social. Por eso su importancia, y el lugar que ocupa en las producciones culturales de los ochenta. El como ningún otro, logró conjugar una propuesta estética cargada con el espíritu de la época. Pero no lo hizo desde la sobre ideologización o el discurso fácil, sino que retrató la cotidianidad y la tejió con la historia. Así, el obrero de “Overol azul” puede hablar de “unos labios frescos” y un “cántaro de amor” con la misma soltura que cuando se refiere a los caídos en las luchas mineras.

En La Alfarera, uno puede escuchar la sencillez de una guitarra con la profundidad de una mirada que, articulando pasado, cotidianidad presente y proyecto de futuro, tiene clavados los ojos en el horizonte. A MTV le costó años darse cuenta que el “unplugged” podía ser más potente que la parafernalia de tecnología, arreglos, luces y escenario. Cuando la creatividad y el proyecto cultural priman, todo lo demás son detalles que sobran. Por eso La Alfarera, como el Jechu mismo, están llamados a ser un clásico de la música popular boliviana, y por supuesto, latinoamericana.

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