Entre dos mundos: Matthias Preiswerk
Al terminar un fabuloso viaje a Suiza, luego de la última cena en Lausana, Matthías
Preiswerk me regala su último libro: Partir pour apprendre (L’Aire, 2019). Es su
autobiografía, o al menos un recuento de una parte de su vida. Matthias es teólogo
protestante, llegó a Bolivia en 1975, se casó, tuvo dos hijas y emprendió una serie
de proyectos pedagógicos, teológicos y políticos.
En los seis capítulos su texto cuenta su trayectoria, pero se concentra en el período
pre-boliviano, sólo en el último apartado aborda su llegada al país (está escribiendo
un segundo volumen sobre los años posteriores). Para su tarea, el autor no sólo
acude a sus recuerdos, que ya son vastos e ilustrativos, sino que, académico como
es, emprende un trabajo de investigación que lo lleva a revisar los archivos
parroquiales y los periódicos suizos de la época, tratando de reconstruir las
experiencias, discusiones, opciones propias de su tiempo.
Matthías nació en 1950, por lo que vivió de lleno los agitados años sesenta y sus
implicaciones en términos políticos y religiosos a nivel mundial. Empieza contando
su socialización religiosa, inscrita en una estructura protestante suiza que conducía
a los jóvenes con sensibilidad espiritual por los caminos de la fe. Cuenta las
distintas orientaciones pastorales, los grupos a los que perteneció, las tensiones
internas, el proceso de descubrir lo social y lo político como parte de su opción
teológica. Nos narra los entretelones de un joven creyente suizo que debe lidiar con
su propia sociedad, sus estudios de teología en la universidad y las influencias
intelectuales, la discusión sobre el “ecumenismo alternativo”, sus experiencias
comunitarias y espirituales, el ambiente cultural -las canciones, las lecturas, los
íconos de época- y cómo todo se va dirigiendo paulatinamente hacia su encuentro
definitivo y definitorio con América Latina.
El último capítulo está dedicado de lleno a Latinoamérica, y particularmente a
Bolivia. Comparte sus contactos con teólogos latinoamericanos y su aporte a la
teología de la liberación, su trabajo en distintas instituciones como el Colegio
Metodista, el Centro de Teología Popular, el Instituto Superior Ecuménico Andino
de Teología.
A partir de los años cincuenta, por distintas razones Bolivia fue el destino de una
serie de religiosos extranjeros (católicos y protestantes). Es larga la lista: Xavier
Albó, Luis Espinal, Gregorio Iriarte, Mauricio Lefebvre, Mortimer Arias, etc. No
cabe duda que ese es un factor clave en la historia religiosa boliviana de las últimas
décadas, pero lamentablemente se tienen pocos documentos que cuenten el origen,
los primeros años, las tensiones iniciales de quienes llegaron al país. ¿Cuál era el
clima religioso español en el que crecieron los jesuitas que vinieron en los sesenta?
¿cuál la discusión en Montreal que nutrió a Mauricio Lefebvre? Sabemos poco.
Por eso se aprecia tanto un texto como el de Preiswerk que comparte con
sinceridad, seriedad y autocrítica, su trayectoria desde sus primeros años. Ojalá
que muchos sigan su ejemplo. Hay un largo capítulo de la historia de Bolivia que
está por escribirse.
Matthias nos comparte la experiencia de vivir en dos mundos en lo territorial, lo
nacional, lo profesional: teología y pedagogía, religión y política, Suiza y Bolivia.
Muestra lo provechoso que puede ser navegar universos distintos, la posibilidad del
descubrimiento del otro, parece haber hecho de su vida un homenaje a la sabia
recomendación de Martínez Assad: “Hay que tener cuando menos dos mundos
porque, de lo contrario, se corre el riesgo de quedar encarcelado en uno de ellos”.
Un libro estimulante, una vida entregada a la construcción de puentes y borrar
fronteras.
Publicado en El Deber el 13 de mayo del 2019.
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