Los rostros del colonialismo
El
desarraigo. La violencia del capitalismo en una sociedad rural.
Pierre Bourdieu y Abdelmalek Sayad.
Siglo XXI,
Buenos Aires, 2017.
Hugo José Suárez
La
editorial Siglo Veintiuno de Argentina -que tiene títulos especialmente
sugerentes- ha puesto en circulación uno de los primeros escritos de Bourdieu y
Sayad. Se trata de una investigación llevada a cabo a finales de los 50 y
principios de los 60 del siglo pasado que apareció publicada inicialmente en
1964 por Les Editions de Minuit en Francia, al año siguiente se cuenta con una
versión de Nova Terra en Barcelona, y recién en el 2017 sale a la luz el título
en una casa editorial latinoamericana.
Se sabe
que Argelia fue el primer lugar de trabajo de investigación de Bourdieu,
entonces filósofo, donde tuvo que comprender una sociedad en profunda
transformación atravesada por un contexto de guerra. El joven y brillante estudiante
de la prestigiosa escuela parisina tenía que poner a prueba sus conocimientos abstractos
para ver si realmente eran eficaces; munido de sus lecturas filosóficas y sus
referencias etnográficas, su confrontación con la realidad lo llevó a construir
el primer esbozo de su aparato teórico sociológico, que años más tarde se
constituiría en una de las principales corrientes contemporáneas. Bourdieu
afirmó muchas veces que fue gracias a su estancia argelina que pudo emprender
su proyecto intelectual en todas sus dimensiones.
El
libro analiza “los estragos ocasionados por los reagrupamientos de población
[que] son, sin duda, los más profundos y de mayores consecuencias a largo plazo
de cuantos ha sufrido la sociedad argelina entre 1955 y 1962”. Estos desplazamientos
forzados impulsados por la política colonial del momento provocan rupturas,
tensiones, reorganizaciones de la sociedad rural con consecuencias económicas,
laborales, habitacionales y simbólicas. En los capítulos se transita por las tensiones
de ser “ciudadano sin ciudad” o “campesino descampesinizado”, las consecuencias
de la imposición sistemática de “una organización idéntica del habitad, incluso
en las regiones de más difícil acceso” (p.47), la tensa relación y
contradicción entre “los modelos de comportamiento y el ethos económico importados por la colonización, [que] coexisten -en
cada individuo- con los modelos y el ethos
heredado de una tradición ancestral” (p. 201). En suma, las angustias de una
modernización forzada que provoca miseria y desfases insalvables.
Leído
en la distancia, el documento pone varios temas sobre la mesa. Primero, es una
apuesta por un tipo de sociología pegada al dato y que no escatima en el uso de
toda fuente siempre que refuerce el argumento y la explicación. Así, se toman
cifras estadísticas, mapas o testimonios con igual seriedad; de hecho en ese
tiempo Bourdieu construye un acervo fotográfico que sería publicado luego como Imágenes de Argelia (2003). Por otro
lado, como lo dice Amín Pérez en el excelente prólogo, Bourdieu y Sayad hacen
sociología pura y dura recolectando información en calles y campos cuando la
violencia está en su momento más dramático. No es una reflexión de biblioteca y
seminario universitario, todo lo contrario: diariamente sufren los embates de
la guerra lo que obliga a la reflexión sobre la dimensión política de toda
investigación; esta situación impuso una profunda reflexividad constante y, lo
subraya Pérez, la “apuesta indisociablemente científica y política” (p. 14). De
varias maneras, esta propuesta irá cobrando cada vez más forma en la relación
de Bourdieu con lo público y el compromiso social, lo que se recoge en un libro
posterior intitulado Intervenciones (2002).
Por último, esta obra se ocupa del tema de la colonización, de la imposición
los sectores dominantes locales vinculados a intereses y lógicas imperiales que
arrasan con su población acelerando el proceso capitalista a toda costa. Leído
desde América Latina, la colonización argelina y las consecuencias analizadas
por los autores tienen mucho qué dialogar con la experiencia de este lado del
planeta. De hecho, es una lástima y difícil de entender que un libro tan
pertinente y útil para nuestro contexto, haya tenido que esperar más de medio
siglo para ser publicado por este rumbo. Habla mal de nuestra política
editorial y del diálogo entre experiencias de dominación y resistencia en el
sur.
El desarraigo es sin
duda uno de los textos indispensables para comprender mejor la sociedad
contemporánea, y para impulsar una sociología lúcida y políticamente
transgresora.
Publicado en Diario Pagina Siete 02/07/17
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