tag:blogger.com,1999:blog-8407676306724294332024-02-18T19:43:21.878-08:00Sociología vagabundaEl blog de Hugo José SuárezHugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.comBlogger362125tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-2890829591851344472021-07-21T18:35:00.000-07:002021-07-21T18:35:07.864-07:00<p> </p><p class="MsoNormal"><b><span lang="ES-MX" style="font-family: Georgia, serif;"><span style="font-size: large;">Seres urbanos</span><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Georgia, serif;"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: large;">Hugo
José Suárez</span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Georgia, serif;"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: large;">La
ciudad la habitamos y nos habita con igual intensidad. Somos la ciudad, le pertenecemos,
la construimos, la constituimos. Las calles son nuestras, los edificios, los
ríos, las montañas, el clima, el granizo. Cada lugar está impregnado por
nuestro paso, por nuestra pequeña historia: nuestro primer enamoramiento, el primer
entierro, la pena, la fiesta. Nuestro pasado está inscrito en estos territorios
íntimos.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Georgia, serif;"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: large;">Soy
paceño. No nací aquí, pero ese es un detalle poco importante, basta recordar a
Chavela Vargas que, habiendo visto la luz en Costa Rica, decía que “los
mexicanos nacemos donde nos da la gana”; o dicho en otro código: “no porque los
gatos nazcan en el horno, son panes”. Crecí en San Miguel desde inicios de los
70. Jugué con bicicleta hasta el cansancio, trepé el cerro del frente que hoy
es Auquisamaña, jugué con barquitos de papel en el río hoy entubado, entré en
las cuevas e intenté sin éxito atrapar lagartijas.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Georgia, serif;"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: large;">Desde
mi barrio vi pasar la dictadura y el Golpe de Estado de 1980. Temblé con el
miedo de pensar que los militares vinieran a mi casa. Y fui conociendo otros
rumbos: en Miraflores jugué tardes enteras con mis primos en casa de mi abuelo,
en la Avenida Busch; en esas paredes se veló a mi padre cuando lo mataron en
1981, ahí también despedimos el cuerpo de a mi abuelo décadas después.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Georgia, serif;"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: large;">Fui
a Sopocachi muchas veces, dormí en el departamento de mi abuela recibiendo
mimos y jugo de naranja en las mañanas. Diariamente me dirigí a mi colegio en
Següencoma, y volví cansado con el implacable sol azul de medio día atravesando
el Choqueyapu, cargando -o más bien arrastrando- mi mochila con útiles
escolares.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Georgia, serif;"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: large;">Viví
múltiples experiencias en El Prado, en la imprenta del “Picus” en San Pedro, en
los locales de la Av. Illampu donde bailábamos morenada hasta el amanecer, en
el departamento del Moisés en la Plaza Villarroel. Comí las salteñas de todo
lado, las donas de la Av. 6 de agosto y las hamburguesas del Iglú, además del
tradicional sándwich de lomito del local de El Prado que desapareció. Cuando
tuve auto conocí las rutas que trepaban a las montañas pare ver mejor mis
lugares desde lo alto, y ahora que tengo bicicleta, cada fin de semana recorro
algún lugar disfrutando del paisaje.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Georgia, serif;"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: large;">Cierto,
me fui de la ciudad por varias décadas, pero nunca la dejé. En los últimos años,
cada que volvía, me encontraba con algo nuevo. </span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: large;"> </span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: large;">Veía cómo mi pasado citadino se iba
transformando al ritmo de una sociedad que supera toda sorpresa y no respeta
reloj alguno. Asombrado por la densidad del cambio, decidí acudir a mi oficio
que es observar, escribir, descubrir.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Georgia, serif;"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: large;">De
eso trata mi libro </span><i style="font-family: Georgia, serif; font-size: large;">La Paz en el torbellino del progreso</i><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: large;"> (Ed. 3600, 2020)
que fue publicado recientemente en su versión boliviana y circula en librerías.
¿Cómo hemos sentido los paceños el cambio de los últimos lustros? Ahí cuento todo
lo que puedo, desde mis recuerdos de niño sanmiguelero (por ejemplo la visita
de un sapo en la habitación de mis padres, o la muerte de una solitaria vecina
cuyo cuerpo se lo encontró tres días después), hasta el cambio en el hábito del
consumo del café en mi abuela (que lo tomaba tinto y fuerte, jamás admitió un
expreso), o el whisky de mi abuelo que tenía que ser Jhonnie Walker. También
están los relatos de la experiencia de subir al Puma, al Teleférico, o los
datos municipales oficiales que ilustran la magnitud de cambio.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Georgia, serif;"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: large;">Cómo
habitamos una ciudad, cómo la construimos sin darnos cuenta mientras ella nos
moldea con coqueto disimulo. Qué cambia, qué permanece. Qué nos hace ser
paceños, qué se lleva el tiempo, y qué sorpresas nos trae cada vuelta al reloj.
Ese es el libro que los invito a leer. Es, en el fondo, una provocación a
mirarse en el espejo como seres urbanos que somos, mientras atravesamos el
último puente, caminamos la plaza recién inaugurada, o nos comemos la última
innovación de la salteña acompañada de limonada con leche. Ojalá disfruten esas
letras.</span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Georgia, serif;"><span style="font-size: medium;">(Publicado en Página Siete, 21-7-2021)</span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Georgia, serif;"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-86881798662005897812021-06-16T09:13:00.006-07:002021-06-17T22:20:48.255-07:00La decadencia<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"> La semana pasada en la ALP fuimos testigos de un denigrante episodio que quedará para la historia. Un diputado y un senador se agarraron a golpes. Sí, difícil de creerlo. Los hechos son conocidos: en el marco de la interpelación al ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, tras un jaloneo en el centro del hemiciclo, el diputado David Choque del MAS pasó a la violencia física pateando al senador de Creemos Henry Montero, quien respondió con certeros golpes tumbando al agresor.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Lo que podría pasar como un jocoso episodio de cantina, sucedió en el lugar donde, se supone, debe ser el espacio de discusión, argumento, deliberación, encuentro y resolución de problemas nacionales. Pero lo peor es que no se trata sólo de un brote de violencia propio de los partidos, sino, a mi entender, es la muestra de la decadencia de la política, y sobre todo de sus presentantes.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Decadente el Ministro, que cuando es llamado a explicar el por qué de una detención a todas luces arbitraria, en vez de llevar razones, carga en su maletín insultos y descalificaciones. Y peor, moviliza el espectáculo utilizando las víctimas a su favor, convirtiéndolas nuevamente en víctimas, utilizándolas como fichas con fines estrictamente políticos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Decadente el diputado Choque, tanto porque fue el primero en empezar la agresión, cuanto por su argumentación posterior. Acudiendo al victimismo que ya usó en repetidas veces su jefazo, justifica sus golpes con un argumento étnico y machista: es un justiciero que utiliza sus puños para defender a una mujer de origen popular. Su posición étnica, que no tiene nada que ver en un conflicto de machos, fue usada para ocultar su inaceptable procedimiento. Nada nuevo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Decadentes las reacciones posteriores, desde el patético titular en primera plana de un matutino que sólo atinó a decir: “La defensa de Añez causa un bochorno en la asamblea”, ocultando lo que realmente sucedió (era de esperar de un medio para-estatal), hasta intelectuales que justifican la violencia de uno u otro lado. Algunos vieron con morbo gozoso los golpes y dijeron: “se lo buscó”, en alusión a que Choque salió perdedor de la confrontación, cual si estuvieran frente a un cuadrilátero esperando que el árbitro levante la mano de un vencedor. No: todos perdimos la tarde de ese martes. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Decadente el senador Montero, que, por un lado, sin ningún tino político cayó en el juego del masismo, y, por otro lado, demostró que es incapaz de controlar sus impulsos. Era la oportunidad de enseñar templanza e inteligencia, y sólo dejó ver que es ágil con los puñetes. Montero debe caer en cuenta que no está en un bar y que es un representante nacional.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Decadente el presidente Arce que está conduciendo al país hacia el lugar de la confrontación sin salida donde reina la violencia y el odio al otro, y no hay ganadores. Cuánta falta nos harían los líderes socialistas de los 70 a quienes le gusta recordar en el discurso pero ocultar bajo la alfombra en los hechos. Cuando la nación exige una conducción sabia, progresista, visionaria, estratégica, conciliadora y justa, tenemos una autoridad que se monta en el discurso forzado del golpe de Estado inexistente -aunque sin duda es un relato eficiente-, que utiliza la justicia a conveniencia, y que a duras penas enfrenta la pandemia. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Decía que la refriega de hace unos días es una pequeña muestra de una clase política que, en sus distintas expresiones, es mediocre y no está a la altura de los difíciles desafíos de este tiempo. Todo indica que, si Bolivia sale del precipicio al que nos condujeron propios y ajenos hace varios años, no será por sus gobernantes. Los ciudadanos estamos solos, el destino está en manos de la sociedad civil que ojalá pueda en verdad “salir adelante” a pesar de la podredumbre del mundo político.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en Página Siete el 16 de junio del 2021.</span></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-25188401191691399362021-05-29T18:53:00.003-07:002021-05-29T18:53:47.500-07:00Análisis de fotografía, política y Bolivia (Entrevista) <p> </p>
<span style="font-family: arial;"><iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="140" mozallowfullscreen="true" src="https://archive.org/embed/20210528-la-mirada-incendiaria-con-hugo-jose-suarez" webkitallowfullscreen="true" width="500"></iframe></span><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><span style="font-family: arial;">Conversación con el Dr. Hugo José Suarez sobre análisis estructural de contenidos y su aplicación a las fotografías, como también sobre imágenes, verdad y política en Bolivia. </span></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><span style="font-family: arial;">Programa emitido el viernes 28 de mayo de 2021 por Radio Deseo 103.3 FM, La Paz - Bolivia.</span></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><span style="font-family: arial;">La mirada incendiaria es un programa conducido por Sergio Zapata. Producido y emitido por Radio Deseo 103.3 FM, de La Paz, Bolivia. </span></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-32915962439714635502021-04-21T09:19:00.002-07:002021-04-21T09:19:38.212-07:00La izquierda y el poder <p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Estos son tiempos oscuros. En el ámbito intelectual, el panorama es desértico: la mayoría de las voces que otrora eran más o menos lúcidas, ahora están atrapadas en debates falsos o malintencionados. Es deprimente percibir cuán dependiente es el mundo de las ideas del pulso de la política. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Por su parte, el campo político es decadente. Desde las mayores autoridades hasta los más pequeños dirigentes son lamentables. Escucharlos es tan aburrido como ver una telenovela mexicana de los noventa: previsibles, poco imaginativos, los buenos contra los malos, ley del menor esfuerzo y mayor provecho.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En ese escenario taciturno, me pregunto qué pasó con la izquierda nacional, aquella que brilló décadas atrás por su capacidad de movilización, de innovación, de creatividad, de compromiso, de visión. ¿Dónde se fue?</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Seguramente hay muchas respuestas. Por mi parte me pregunto qué hizo el poder con la izquierda -y no la izquierda en el poder, que amerita otra reflexión-. Tengo la impresión que el paso por el Estado, más allá de los innegables logros y avances, la dejó pulverizada.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Primero, se instaló lo que llamaría una izquierda oficial o estatal que demostró en los hechos que puede ser tan déspota, mentirosa, corrupta, abusiva y en el límite antidemocrática como la derecha. En muchos puntos los mayores representantes de la izquierda estatal se parecen demasiado a la derecha estatal; es difícil encontrar diferencias.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Por otro lado, la izquierda oficial eliminó la diversidad y se esforzó en que exista una voz, una sola manera de ser de izquierda, la que ellos definieron como la correcta, legítima, suficiente. El que no está de acuerdo su línea “le hace el juego a la derecha” y es un traidor. Se ha instalado un nuevo pensamiento único cortesano que no tolera la disidencia, el diferente, ni la voz propia.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">La izquierda oficial es la de los privilegios. Le gustó tanto el poder que ya no quiere soltarlo. El proyecto -llámese “proceso de cambio”- está sometido a la sed de administrar el Estado y sus tentáculos (periódicos, canales, empresas). Comprendo, es difícil dejar el buen salario, la visibilidad, el mando en alguna institución, el respeto de cierto público, los viajes, las embajadas, las recepciones oficiales, las alfombras rojas y tantos réditos que deja ser de izquierda hoy.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">La izquierda estatal inventa la historia como le da la gana, miente, construye datos falsos, borra los verdaderos, crea relatos increíbles y los impone. Hace una historia a modo, como si fuera cuestión de transformar una fotografía con Photoshop, eliminando episodios y destacando otros. Otra vez, quien no esté de acuerdo es golpista o racista. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Ya lo he dicho previamente: hoy lo correcto es ser de izquierda -oficial-, porque significa ser parte del esquema del poder. Este es el momento estratégico para ser de izquierda, no en los setenta cuando había que dar la vida para recuperar la democracia; no en los ochenta y noventa, cuando había que luchar contra el neoliberalismo y arriesgarlo todo. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Por eso entiendo a quienes hoy se montan en el proyecto de la izquierda estatal dominante. Aquellos que en su momento apoyaron la consolidación del proyecto neoliberal, los que consideraban a Eduardo Galeano un romántico atornillado en los setenta, los que escuchaban y repetían encantados las ideas gonistas o tutistas, hoy entonan el coro de “patria o muerte”. Los comprendo, están eternamente en la trinchera de los vencedores, en la trinchera del poder que ahora en algún lugar lleva la palabra socialismo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">A menudo extraño aquellos lejanos años, esa izquierda “incómoda” que construía el futuro desde las calles, no desde los escritorios burocráticos. El poder destrozó la izquierda. Triste destino para una apuesta tan vital.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en Página Siete el 21 de abril del 2021. </span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-29291685267762422112021-04-07T06:40:00.002-07:002021-04-07T06:40:55.690-07:00Introducción a las Ciencias Sociales - Conferencia en Casa de las Humanidades (UNAM) <p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/8duN6VLhUuE" width="320" youtube-src-id="8duN6VLhUuE"></iframe></div><br /> <p></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-48417157625477434092021-03-23T08:40:00.005-07:002021-03-23T08:41:06.728-07:00Otra izquierda es posible <p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"> <span face=""Open Sans", sans-serif" style="color: #333333; font-size: 16px;">Me ha llegado el fabuloso libro de nuestro querido Antonio Araníbar Quiroga, La política como opción de vida (Ed. Heterodoxia, 2021). Hay mucho qué decir, sólo me voy a detener en algunos aspectos preliminares sobre todo de los años 60 y 70, a reserva de retomar otras reflexiones más adelante. Le he recorrido el libro saltándome pedazos, buscando, parando donde más convocado me sentía, siempre con lápiz en mano haciendo anotaciones en el borde.</span></span></p><p style="color: #333333; font-size: 16px; line-height: 22px; margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Primero, me impresiona cómo se construyó esa generación de la izquierda nacional. Aquellos jóvenes tuvieron que lidiar contra un sistema de partidos que no permitía innovación, abrieron grietas a un catolicismo anquilosado que negaba lo social, y se enfrentaron a la dictadura en sus peores momentos. Hoy estamos acostumbrados a que la izquierda oficial esté en el poder, son los poderosos, son quienes lo usan y abusan a su antojo.</span></p><p style="color: #333333; font-size: 16px; line-height: 22px; margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Hoy ser de izquierda es fácil, es estratégico, es lo pertinente, es lo que está de moda, es jugar a los privilegios, es gozar de todos los beneficios del Estado. En aquellos momentos, ser de izquierda era estar contra el poder, era apostar la vida, era, como bien decía Mauricio Lefebvre, “arriesgar el pellejo”. Esa es la izquierda a la que perteneció Toño.</span></p><p style="color: #333333; font-size: 16px; line-height: 22px; margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Aquella izquierda estaba muy preocupada por la lectura, el estudio, la comprensión de la realidad. Toño cuenta múltiples episodios donde los grupos de estudio -sin buscar grados, posiciones, sin presumir sus bibliotecas en la prensa- eran fabulosos ámbitos de reflexión sofisticada con el objetivo de comprender el país y actuar en él. Las ideas fluían en los cafés, en los departamentos, en los bares, en los sindicatos, en las comunidades, en las asambleas. La política no estaba tan institucionalizada, regulada, homogeneizada; la reflexión era más fresca, libre, divergente, diversa.</span></p><p style="color: #333333; font-size: 16px; line-height: 22px; margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">También me llamó enormemente la atención la mística mirista de entonces que, entre otras cosas, implicaba una inserción en las estructuras de movilización de la sociedad. Toño recuerda que Walter Delgadillo dejó de ser estudiante clasemediero de ingeniería para convertirse en dirigente fabril en Cochabamba. Lo propio Juan Del Granado, que se fue a vivir a las minas para construir el MIR -obrero. Mientras que hoy se hace política de izquierda para tener un puesto en el Estado o en unas de las agencias paraestatales (desde medios de comunicación hasta empresas) como pura estrategia de ascenso social, en aquel tiempo se buscaba el camino del cambio a través de un profundo compromiso con los sectores populares.</span></p><p style="color: #333333; font-size: 16px; line-height: 22px; margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Por último -en esta primera entrega-, debo confesar que cuando llegué a estudiar mi doctorado en la Universidad Católica de Lovaina, en 1996, me sentí parte de varios bolivianos que habían hecho lo propio décadas atrás. La biblioteca estaba llena de tesis de paisanos que me antecedieron. Sin embargo me preguntaba por qué tan pocos siguieron la opción académica. El libro de Toño responde a aquella pregunta que tenía guardada. Cuenta que cuando estaba estudiando en Lovaina se encontró con un antiguo militante de la Democracia Cristiana que había cambiado radicalmente, convirtiéndose en una persona conservadora. Temeroso de seguir ese camino, se puso la dicotomía: “O estudios o lucha política”. Dejó la comodidad de las aulas de la bella ciudad belga y volvió a la lucha social a Bolivia. El “verdadero posgrado” lo vivió en el XIV Congreso de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, en abril de 1970, al lado de los dirigentes e ideólogos del momento.</span></p><p style="color: #333333; font-size: 16px; line-height: 22px; margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En fin, hay mucho más qué decir, lo iré haciendo paulatinamente. Hace unos meses escribí sobre mi desencanto con la política. Leer la vida de Antonio Araníbar me muestra que hay otras maneras de ejercerla, y que otra izquierda fue y es posible.</span></p><p style="color: #333333; font-size: 16px; line-height: 22px; margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en Página Siete el 23 de marzo del 2021.</span></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-44388763569587159822021-03-17T14:08:00.003-07:002021-03-17T14:09:08.025-07:00El nuevo ciclo autoritario <p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"> Estoy impactado. Hace unos meses escribí un libro que titulé El desencanto. 14 años del gobierno de Evo Morales (Ed. 3600, 2020). Ahí expliqué mi tránsito de la euforia del apoyo al presidente, a la decepción por descubrir en él a un gobernante déspota. Pensé que mi desasosiego con la política había llegado a su límite, pero no, el gobierno de Arce me sorprende todavía más: los últimos juicios y detenciones lo dibujan de cuerpo entero.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Hay que empezar recordando que en octubre del 2019 se generó un movimiento social que giró alrededor la defensa del voto y la democracia. Como todo movimiento tuvo aciertos, errores, excesos, incoherencias, contradicciones, y su destino final fue lamentable, aunque dio como resultado una presión popular contundente que condujo a la renuncia del presidente Morales (como lo hizo Goni el 2003). Logró lo impensable, que la autoridad más fuerte de la década tuviera que dejar el cargo. Acusar de “golpe de Estado” a esa movilización es pernicioso y deshonesto, se inscribe en lo que siempre hacen los poderosos: criminalizar los movimientos sociales e inventarles una nueva historia. En suma, mentir amparados en su poder. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">No debemos olvidar que Morales al huir del país se empeñó en sembrar el terror provocando un vacío para dejar actuar a sus allegados en completa libertad. Los relatos de lo sucedido el 10 de noviembre del 2019 en La Paz y en otras ciudades son espeluznantes. Casas incendiadas y allanadas, buses públicos quemados, piedras rompiendo los vidrios de los domicilios, niños llorando en el interior, gente desprotegida y buscando cómo defenderse porque la Policía no podía actuar, golpes y amenazas, fuego, palos, insultos. Esas horas de miedo, esos momentos en que niños asustados se refugiaban en los brazos de sus madres, protegidos en algún pasillo de su casa evitando las piedras que atravesaban sus ventanas y temblando por los gritos amenazantes de afuera, no se podrán borrar de la memoria. Y tenemos la responsabilidad de que así sea.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Pero volvamos al punto. El gobierno de Arce, además de anular esos recuerdos, ha empezado a utilizar la justicia con objetivos políticos. Evo lo hizo durante 14 años, Añez durante un año, y Arce aprendió más rápido que todos, en cuatro meses. Me impresiona cómo el presidente Arce y los suyos, que criticaron tan acertadamente la persecución política y el mal uso de la justicia contra a sus militantes, hoy repitan el libreto con peor saña. Entre Arce y Añez, en ese punto, hay pocas diferencias.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Tendenciosamente, el gobierno pretende imponer el relato del “golpe de Estado” y meter a todo y todos en ese saco. Para ello acude a algunas buenas fotos y símbolos, y sobre todo se refugia en las atroces matanzas de Senkata y Sacaba sucedidas días después de la movilización por la democracia. Hay que decirlo con toda claridad: los responsables de tales matanzas deben ser juzgados en un proceso justo, imparcial, y deben cumplir su condena. Pero a la vez, y se debe afirmar con igual contundencia, las muertes sucedidas en los 14 años del gobierno de Evo Morales deben ser, todas y cada una de ellas, sometidas a un juicio justo y condenar a sus responsables. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">No hay que olvidar que en las últimas semanas de su gestión al menos tres personas opositoras al régimen perdieron la vida, sumándose a la larga lista de muertos provocados durante el gobierno del expresidente. ¿Puede haber víctimas de primera y de segunda?, ¿valen más los muertos de una posición política que los de otra de acuerdo a la conveniencia de la coyuntura? No. No puede haber muertes impunes, en todos los casos se debe buscar justicia y condenar a responsables. Justicia para todos, no para los que favorecen al poderoso en turno y a un relato de la historia. “Ni olvido ni perdón”… para nadie; justicia para todos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En fin, el comportamiento del gobierno de Arce, que indulta a sus militantes que causaron espanto, destrozos y dolor, y que manda a prisión a sus opositores políticos, es una muestra de que no se aprendió la lección del 2019. Todo lo contrario, es el esfuerzo por reinstalar el régimen de gobierno autoritario que controla todo (la justicia, los medios, las instituciones, los sindicatos, etc.) más allá de cualquier institucionalidad democrática, como lo hizo Evo. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El mandato del presidente resultado del triunfo electoral del 2020 era pacificar el país, no polarizarlo; construir instancias independientes, no someterlas; luchar por la unidad de la nación acercando posiciones, buscando los puntos de encuentro y el diálogo, no empeñarse en la confrontación que genera odio y nos puede llevar a más luto. Todos queremos paz con una justicia independiente, y el gobierno debería ser su principal promotor. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Qué lejos están las falsas promesas de reconciliación que salieron en la campaña, cuán equivocados estábamos quienes creímos -un poquito- que del masismo podía salir una renovación democrática. Estamos ante el inicio de un nuevo ciclo autoritario.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en Página Siete el 17 de marzo del 2021.</span></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-79990491560942953772021-02-24T07:27:00.003-08:002021-02-24T07:27:58.497-08:00Licencia de conducir <p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Estaba esquivando el trámite, pero ya no puedo más: tengo que sacar mi licencia de conducir. Sabía que iba a ser engorroso, seguramente por eso encontraba buenas razones para patear la pelota adelante. La situación se complica porque mi último brevete boliviano venció hace un par de décadas. Un día me armo de valor cuando han disminuido los contagios por Covid, y voy al tránsito.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Una amable señorita me dice que primero tengo que pasar un examen teórico y práctico, para lo cual debo inscribirme en una escuela de conducción. Averiguo cómo funciona el asunto de la tal institución: primero requiero un certificado médico de un centro autorizado (no cualquier doctor, claro). Voy a hacerme el estudio, por suerte no tarda mucho, sólo un poco más de una hora. Se toman muy en serio el test psicológico, me hacen memorizar objetos, contar de manera descendente con los brazos extendidos, me preguntan cosas con respuestas obvias y al final me la psicóloga emite su sentencia: “usted es apto para conducir”, me siento feliz. El estudio físico es menos riguroso. Eso sí, me hacen examen para confirmar el tipo de sangre que tengo -dato que lo sé hace cuarenta años-. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Me falta el último paso para dar el primer paso: pagar. Voy al banco al día siguiente a las ocho de la mañana y despacho la transacción más o menos rápido. Luego de dos días de andar por oficinas quitándole tiempo a mi trabajo, próximamente voy a poder inscribirme al curso.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Es impresionante la capacidad burocrática de nuestro país. Recuerdo que cuando murió mi padre, mi mamá ocupó varias vacaciones para arreglar los derechos sucesorios, correteando semanas enteras entre oficinas, papeles, sellos, bancos. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Hace unos meses renové mi Cédula de Identidad. Fue ágil, sencillo, rápido, eficiente, sin duda mejoró el servicio. Recordé mis primeras veces con la misma misión. Eran días enteros entre impresiones digitales, fotos, firmas, números en el pecho. Todo en un incómodo galpón cerca de la Plaza Murillo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En Bolivia los trámites son una manera de socialización de las formas del Estado. La primera vez que saqué mi Carnet, fue un rito inicial, era como si la sociedad me dijera: “este es tu país, este es tu Estado, esta tu burocracia, vete acostumbrando”.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En fin, les decía que empiezo el largo proceso de tener otra vez permiso boliviano para conducir. Me arrepiento de no haberlo renovado cada que venía de vacaciones para evitar este momento tedioso. Pronto haré mi examen teórico-práctico, dicen que es tenebroso, les contaré cómo me va.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Olvidaba un detalle: manejo vehículos desde hace más de treinta años, mi último permiso lo gestioné en la Ciudad de México, es perpetuo, no tuve que someterme a prueba alguna, y todo demoró un par de horas. ¡Qué cosas!</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en El Deber el 24 de febrero del 2021. </span></p><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-74709099364800979082021-02-09T06:52:00.003-08:002021-02-09T06:52:25.667-08:00Recuperar la democracia por decreto <p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">De niño viví una dictadura, tal vez la más cruenta de la historia de Bolivia. Me refiero, claro está, a la que encabezaron Luis García Meza y Luis Arce Gómez en julio de 1980. Fue la época donde el terror se apoderó del Palacio de Gobierno. Si bien años atrás otras fuerzas militares habían sido muy represivas, esta vez se tocaron los límites del espanto y del descaro, entre el narcotráfico y la intervención de fascistas de trayectoria mundial. En aquel gobierno la muerte viajaba en ambulancias, el Servicio Especial de Seguridad, que era la expresión formal de los paramilitares, patrullaba las calles de La Paz en vagonetas cafés que, al verlas, me temblaban las piernas. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Yo tenía diez años, y aprendí rápidamente que había que callarse en la escuela, que había que medir las palabras, que no se debía comentar las actividades políticas de mi padre ni los amigos que nos visitaban en casa. Y luego vino lo peor: el 15 de enero de 1981 encontraron a mi papá con varios compañeros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria reunidos en Sopocachi. El régimen mató a ocho compañeros de la manera más horrenda. Se ensanchó la lista de los mártires que desde varios años atrás ofrendaron sus vidas para conseguir democracia. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En ese período la tortura fue parte de la política. Varias personas murieron torturados, no a balazos. Murieron a causa de esa tortura que es destrozar el cuerpo poco a poco en sus partes más sensibles para provocar dolor, para que la muerte sea más cruel y dolorosa. Los certificados de defunción decían que aquellos luchadores murieron por herida de bala. Mentían. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">García Meza y Luis Arce estaban acostumbrados a mentir, buscaban mostrar una historia torcida, falsa de los hechos. En el caso del asesinato de los del 15 de enero, dijeron que hubo confrontación armada, que eran “terroristas”. Años más tarde vimos las fotos del Ministerio del Interior en las cuales el cadáver de mi padre aparecía con un poncho y una escopeta en el pecho. Un montaje descarado frente a los hechos, frente a la verdad.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Por eso aquel 10 de octubre de 1982 lloré de emoción, cuando por fin se recuperó la democracia gracias a las luchas de diversos sectores sociales acumuladas en varios años, la vida de tantos mártires y la movilización de todo un pueblo. Ver a Hernán Siles Zuazo en la Plaza Murillo era la consolidación de una batalla que nos había costado demasiado. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Hoy, a varias décadas de distancia, el presidente Luis Arce quiere torcer la historia a conveniencia. Al presidente se lo eligió para que gobierne para los bolivianos, no para que manipule a su antojo e interés el pasado del país. Se espera de él que conduzca la nación por mejores caminos en estos tiempos tan delicados, no que invente narrativas forzadas que son un insulto a la dignidad de nuestra historia, de nuestros muertos y de la democracia de la cuál él es un privilegiado. ¿Por qué se empecina montar un relato de golpe de Estado y de dictadura cuando todos sabemos que no hubo tal? Me queda claro que la intención es lavar la imagen de sus antecesores, esconder los errores, guardar la basura debajo la alfombra para que nadie la vea. Cuanto más grande es el pecado, mayor debe ser la mentira. Por eso se esfuerza en llamar “golpe” a una compleja, delicada y dolorosa sucesión presidencial; “gobierno de facto” a un “gobierno transitorio” -desastroso, nadie lo niega-; “recuperación” a una indiscutible victoria electoral.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Puede el presidente emitir los decretos que vea conveniente, puede mentir con el mismo cinismo de algunos que lo precedieron, puede parecerse a los más perversos políticos que, una vez que tomaron el mando, reescriben los hechos tergiversando la realidad. La historia la escriben los vencedores, los poderosos, lo sé, siempre ha sido así, lo sabemos desde el trágico episodio de la conquista hace 500 años. Pero su gobierno no la podrá tirar a la basura la verdad. Sus decretos no desvanecerán la sangre de quienes lucharon contra los dictadores, ni evaporará de nuestra memoria la alegría de volver a vivir en un país democrático. Eso sucedió aquel octubre: el de 1982.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-74148497435282156442021-02-09T06:50:00.004-08:002021-02-09T06:50:43.035-08:00Cumpleaños en Pandemia<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El año pasado cumplí medio siglo de estar en el mundo. Recuerdo haber recibido una carta de un amigo que me decía: “lo mejor está por llegar”. Sólo pasaron unas semanas y apareció el Covid que lo cambió todo. Se acumularon los meses entre angustia y desasosiego; a veces, las menos, con un suspiro de esperanza. Eso sí, tenía la certeza de que en mi cumpleaños 51, el 2 de febrero del 2021, las cosas irían mejor. Pues no.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Me tocó nuevamente la cuarentena en medio de la tenebrosa segunda ola. Festejé en casa. En la mañana con un desayuno preparado por mi familia. Luego comida que trajeron a mi puerta. En la tarde fuimos a caminar por el barrio, por supuesto con cubrebocas, y en la noche una reunión Zoom.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Fue curioso, mis familiares y amigos están repartidos por el planeta y siempre tuve que festejar con grupos separados. Un año en México, otro en Francia, otro en Bolivia. Fue gracias a la pandemia que los tuve a todos a la vez en mi pantalla cantándome “Del cielo bajó una estrella coronada de matices, con un letrero que dice, que cumplas años felices” (además de Las Mañanitas, claro; jamás Happy Birthday). Alguien se conectaba de Santiago, otro de la Ciudad de México, algunos de Lovaina, París y Estados Unidos, muchos de La Paz. No todos se conocían, pero el asunto fluía.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Las cuarentenas nos han situado en una nueva relación con el otro, ya se ha dicho mucho sobre el tema. Vivimos entre el miedo al contagio, la distancia física, la presencia necrológica permanente, el cubrebocas y el alcohol en las manos. Pero a la vez las posibilidades de intercambio virtual han explotado. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El último curso que di en el posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México fue completamente en línea, participaron una veintena de estudiantes de distintos países y conferencistas de varios continentes. Si hubiera sido presencial, el seminario sólo habría podido llegar a unas cinco personas, todas en la Ciudad Universitaria. Lo virtual tiene sus ventajas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El caso, como decía, es que este cumpleaños fue memorable porque pude reunir a muchos en mi departamento, cantar y brindar con una copa de vino. De la pandemia tenemos varias enseñanzas: hay que cultivar la paciencia, inventar la manera de ser felices, y celebrar la vida. ¡Salud!</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en El Deber el 09 de febrero del 2021. </span></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-75471677249499212912021-01-26T09:30:00.003-08:002021-01-26T09:30:56.885-08:00La política de un cientista político<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Este fin de semana tenía que leer dos tesis doctorales de mis estudiantes. Pero entró en mi WhatsApp un mensaje de Diego Ayo en el cual me mandaba sus últimos tres libros en PDF. Los dos primeros los revisé rápidamente, pero en el último, Confesiones políticas de un no político, me fui quedando poco a poco, como quien no quiere la cosa: no podía desprenderme de la pantalla, saltaba de un texto a otro, sin seguir un orden rígido, atrapado entre las letras.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Aunque algunos critican, yo sí aplaudo la recopilación de artículos de periódico en una sola publicación. Sucede que a menudo se nos pasa leer uno u otro texto, y sólo cuando están coherentemente reunidos -sin ser una juntucha- se puede ver el conjunto, la evolución de un pensamiento y la propuesta general de un autor. Eso nos librera de tener que pasar horas en las hemerotecas rebuscando periódicos pasados.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El texto de Diego tiene varias virtudes. Navega en tres dimensiones mezclándolas sin torpeza: trae episodios históricos, hace jugar autores clásicos de la sociología y las ciencias políticas que aclaran y explican acontecimientos nacionales, introduce experiencias personales -desde un encuentro en El Prado hasta una cita con salteñas- propias de las formas de la política y la sociedad bolivianas. Además, tiene profundidad analítica y comparte su lectura de los hechos que, podemos estar de acuerdo o no, pero no deja de ser interesante.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Entre otras cosas, he apreciado su irreverencia y su crítica despiadada a propios y extraños. Todos conocemos la posición política de Diego Ayo, pero eso no impide que vuelque su pluma mordaz hacia amigos o enemigos. Es una escritura cínica e inteligente. En estos tiempos donde la mayoría de los articulistas, de derecha o de izquierda, son predecibles y aburridos, con una escritura de trinchera al calor de lo que diga el mundo político -no sólo el jefazo, muchos jefes tienen sus escribidores-, se agradece alguien que se desmarque del coro analítico y diga algo diferente, algo que haga pensar, aunque estemos en desacuerdo. Se agradece, pues, que alguien retome el rol del intelectual que vaya más allá de repetir, sofisticar y divulgar el argumento emitido por el político.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Y lo último, el estilo narrativo. Es una pluma irreverente -no irrespetuosa- y jocosa. Pocos textos me han arrancado una carcajada, y menos si son políticos. Pues Ayo lo logró. Y no sólo eso, me obligó a escribir estas líneas, quitándole más tiempo a mis estudiantes. Termino, debo volver a mi trabajo académico. Demás está decirles que recomiendo ampliamente su lectura, muy probablemente disentirán, pero seguro se van a entretener.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en El Deber el 26 de enero del 2021.</span></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-83131176703216768812021-01-15T15:01:00.001-08:002021-01-16T15:32:24.705-08:0015 de enero de 1981 <span style="font-family: arial;">Para recordar el 15 de enero de 1981. Les dejo mi participación en el acto organizado por el Gobierno Municipal de La Paz.</span><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/Jtid7pPj7JI" width="320" youtube-src-id="Jtid7pPj7JI"></iframe></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBoTlDZ1ROo3QD0HRVKw3ZcrIqAe7UUfPXKA29-G7X0BgqyuPqsBiV0NWi53rjZ11KkP_llTBkFXjpkEllhOFop3nNmxayiZF6dnJ7l1tQBG1FOzZly9qVa5ZAucTbjmxW6lFTJX9NWCA/s702/FB_IMG_1610838179665.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="702" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBoTlDZ1ROo3QD0HRVKw3ZcrIqAe7UUfPXKA29-G7X0BgqyuPqsBiV0NWi53rjZ11KkP_llTBkFXjpkEllhOFop3nNmxayiZF6dnJ7l1tQBG1FOzZly9qVa5ZAucTbjmxW6lFTJX9NWCA/s320/FB_IMG_1610838179665.jpg" width="320" /></a></div><br /><span style="font-family: arial;"><br /></span></div>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-91372751331412678612021-01-12T06:20:00.006-08:002021-01-12T06:24:09.081-08:00Virgen de Guadalupe en La Paz <p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Como vengo estudiando la devoción guadalupana hace varios años, donde voy mis ojos están atentos a la aparición de la imagen emblemática de México; así fue en París, y ahora en La Paz. Hace unas semanas, me encontré en Calacoto con una limpieza de ropa que llevaba su nombre. Se veía extraño: “Limpieza Virgen de Guadalupe: equipos y técnicas modernas, seco y vapor, ropa por kilo, ropa blanca, sacones, edredones, ternos, camisas, pantalones y alfombras; clean only 100% sin olor”. No es muy común, no recuerdo haber visto un comercio similar, pero sucede.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Luego fui a San Francisco a comprar un nacimiento para navidad. Entré en una tienda de objetos artesanales al lado del templo y me encontré con varias sorpresas. En una de las vitrinas había una Santa Muerte, al lado de la Virgen de Copacabana. Le pregunté a la vendedora por qué tenía esa imagen, si sabía de qué se trataba, y me comentó que fueron unos mexicanos que le pidieron que la mandara a hacer, luego, tras el éxito comercial, volvió a replicarla.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">“¿Se vende?” -indagué-, “sale bastante” me dijo, y remató sorprendiéndome más: “también se llevan la Virgen de Guadalupe”.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Sacó varias estatuillas de distintos tamaños. Me comentó que decidió encargarla a los artesanos que elaboran imágenes religiosas porque le fueron solicitando en distintos momentos. A la fecha, ya diversificó su oferta, pues además de la figura tradicional, también ofrece una “Virgencita plis” más pequeña, que es una versión tierna e infantil -casi una muñeca- de la guadalupana, muy comercializada en México.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Un dato curioso: en Bolivia la virgen morena tiene la piel blanca. Antes de irme termino con mi cuestionario de sociólogo vagabundo: “¿compran la Virgen mexicana tanto como a la Virgen de Copacabana?”, “incluso más” -concluye-.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Dejo la tienda con mi nacimiento en mano y una serie de interrogantes sobre la devoción guadalupana en Bolivia. Me queda claro: ahí hay una agenda de investigación.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en El Deber del 12 de enero del 2021. </span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdAuyora3_L8e_26H9j5Df_RO1D-f84V1sTW07sn5MTWi8X-7HMEd2pVXjUK72JJ1TqOsYoXTriBgGdMcNzYQn_lIh0CeMViD6BG_E6KF63LLTuJOpCr8iO-sb3lE0R2b1vkTXHUX6B04/s1350/FB_IMG_1610461314690.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1350" data-original-width="1080" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdAuyora3_L8e_26H9j5Df_RO1D-f84V1sTW07sn5MTWi8X-7HMEd2pVXjUK72JJ1TqOsYoXTriBgGdMcNzYQn_lIh0CeMViD6BG_E6KF63LLTuJOpCr8iO-sb3lE0R2b1vkTXHUX6B04/s320/FB_IMG_1610461314690.jpg" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsCT_eQjo-_s5tfX8DrZebIUfQm-o_ftwYd2Rp7AoJsyGKM98XrGDBKwAZ7_U7Ya-KSGE0AkvgLIMO71ypbQfVVRlhJk7nQnLnLyp3i6D2b0EzfydsB0tDXFxCWN_JOb3u8MOi1mU9kEg/s1080/FB_IMG_1610461316956.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="810" data-original-width="1080" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsCT_eQjo-_s5tfX8DrZebIUfQm-o_ftwYd2Rp7AoJsyGKM98XrGDBKwAZ7_U7Ya-KSGE0AkvgLIMO71ypbQfVVRlhJk7nQnLnLyp3i6D2b0EzfydsB0tDXFxCWN_JOb3u8MOi1mU9kEg/s320/FB_IMG_1610461316956.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgN4MuvGLcGx2v5raWWtxsgHf1hXtLPhp2D58JPK_hyphenhyphen9i7bThHAPScz3vZuVeSnA_lXi4zFPRNJoC7wA1dOpizx4g-R2MSi691i5Bq5-7nVZHF6IfPhE6wDF-MJzhczzxjxNLsd1u6tQM/s1080/FB_IMG_1610461319627.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="810" data-original-width="1080" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgN4MuvGLcGx2v5raWWtxsgHf1hXtLPhp2D58JPK_hyphenhyphen9i7bThHAPScz3vZuVeSnA_lXi4zFPRNJoC7wA1dOpizx4g-R2MSi691i5Bq5-7nVZHF6IfPhE6wDF-MJzhczzxjxNLsd1u6tQM/s320/FB_IMG_1610461319627.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfXlllK5rWoWOnhfXEWAoqMlMNi3AsupXMUNynEf5Uj0HoYoligS0ucxGeInibRmvg-FD7ek6GkdTHGTdk9O8BeeIndeAlHS_YpBpmoNga34z4aNDvEhg9gl5onTJaRJCYt3FQbFMXnPk/s1440/FB_IMG_1610461322037.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1440" data-original-width="1080" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfXlllK5rWoWOnhfXEWAoqMlMNi3AsupXMUNynEf5Uj0HoYoligS0ucxGeInibRmvg-FD7ek6GkdTHGTdk9O8BeeIndeAlHS_YpBpmoNga34z4aNDvEhg9gl5onTJaRJCYt3FQbFMXnPk/s320/FB_IMG_1610461322037.jpg" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVuHD3wdg6yV4G1Y6nhqPw6smPZ3fL6gS0EdBtLwjifPGA0u_1g64cv1z89kET6Y3C0Jbr-5_G8HaWUceVWVGesaNzE1SL9pPri7m3sOSyJqkRpKEAgkooLxg8Tm_P4RgtGh3g69F-Rd4/s1080/FB_IMG_1610461324860.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="810" data-original-width="1080" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVuHD3wdg6yV4G1Y6nhqPw6smPZ3fL6gS0EdBtLwjifPGA0u_1g64cv1z89kET6Y3C0Jbr-5_G8HaWUceVWVGesaNzE1SL9pPri7m3sOSyJqkRpKEAgkooLxg8Tm_P4RgtGh3g69F-Rd4/s320/FB_IMG_1610461324860.jpg" width="320" /></a></div><br /><span style="font-family: arial;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-36684830191264802562020-12-29T19:57:00.007-08:002020-12-29T19:58:17.389-08:00Elogio al Pumakatari<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Hace un par de semanas que llegué a la ciudad de La Paz y desde entonces he privilegiado el Pumakatari como mi principal medio de transporte. Es rápido, amable, eficiente y tiene todos los cuidados sanitarios. Pero hace algunos días tuve un incidente.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Resulta que luego de subirme al bus me senté en la parte trasera. En las paradas siguientes empezaron a entrar varias personas que se fueron aglutinando en la zona del conductor. El anfitrión responsable no se encargó de distribuirlos adecuadamente por todo el espacio disponible y dejó que se quedaran donde vieran conveniente sin guardar distancia ni seguir las indicaciones de salud. Al llegar a mi destino, antes de bajar me acerqué al funcionario y le manifesté mi molestia, le dije que por no hacer cumplir las normas preestablecidas estaba poniendo en riesgo a todos. Saqué mi celular y tomé una foto al número de unidad para hacer una denuncia.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Me pensé ingenuo. Vivo en la Ciudad de México, y ahí todos los “camiones” -micros- y “peseras” -minibuses- tienen un número para recibir quejas. La verdad nunca hice una llamada porque tengo certeza de que no sirve para nada. Es más, con mis amigos bromeamos diciendo que, en caso de llamar, nos recibiría un simpático funcionario de algún “call-center” ubicado en Miami que luego de pedirnos apretar varios números para nuestro reporte -que podría ser macabro: “apriete uno si fue asaltado con pistola; dos si fue con cuchillo; tres si sufrió una agresión sexual, etc.”-, nos despediría con un “gracias por llamar”.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">A pesar de mi escepticismo marqué al número de quejas del Pumakatari. Me respondió una amable señorita. Le conté lo sucedido con todos los detalles, me escuchó paciente y me dijo que mi reporte seguiría su curso. Pensé que ahí había terminado todo. Pero no. Un par de días después me contactaron a mi celular, me informaron que se había llamado la atención al anfitrión y que se lo envió a un curso de capacitación para no repetir un incidente de esa naturaleza.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Me dio gusto sentirme atendido por una institución pública. Cuando estamos tan acostumbrados al autoritarismo y al maltrato cotidiano de quienes en un pequeño espacio de poder -en este caso en el transporte-, sorprende que la queja de un ciudadano pueda ser atendida, y que tenga una respuesta respetuosa y eficaz.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El Pumakatari nos ha enseñado muchas cosas, una de ellas es que la gente tiene una voz que es escuchada, y que el funcionario puede ser amable, eficiente y cortés. En suma, nos enseña que es posible otra forma de vivir en la ciudad y otra manera de ser un verdadero “servidor público”.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en El Deber el 29 de diciembre del 2020.</span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-46626451973148025982020-12-15T20:52:00.007-08:002020-12-15T20:52:57.125-08:00El Regreso<p><span style="font-family: arial;">Salir y volver a Bolivia luego de unos años suscita emociones difícilmente explicables. Un sábado por la mañana, cuando despierto, La Paz está a mis pies. Hay que acostumbrar al espíritu, ajustarlo a los nuevos tiempos, a las sensaciones, repetirle que no es un sueño.</span></p><p><span style="font-family: arial;">Estoy en Sopocachi, desde mi ventana veo la UMSA. Recuerdo los años que di clases ahí, cuando competía con la vista hacia el Illimani para que mis estudiantes de Sociología no se distrajeran. El atrio, tan presente. Vienen a mi mente las palabras de mi madre cuando en la dictadura de 1980 estaba ocupado por tanquetas: “Miren y no olviden”.</span></p><p><span style="font-family: arial;">Subo un poco la vista y alcanzo la Plaza del Estudiante, y la Iglesia María Auxiliadora sobre El Prado. Fue ahí donde, al terminar la misa de un año conmemorando el asesinato de mi padre en 1981, fuimos amedrentados por paramilitares que nos hicieron escapar. Era de noche, llovía.</span></p><p><span style="font-family: arial;">También me refugio en mis episodios más personales. Mi abuela tenía su departamento en el edificio donde ahora vivo; pasé largas noches de cariños con jugo de naranja en la mañana y chocolate caliente en la noche.</span></p><p><span style="font-family: arial;">Cuando planifiqué este viaje de vuelta al país, tenía pensado empezar una agenda escritural similar a la que asumí cuando estuve en Nueva York y luego en París. Redacté Un sociólogo vagabundo en Nueva York y un Diario parisino que pronto saldrá publicado. Pero horas antes de aterrizar en La Paz me quedó claro que algo no cuadraba. Volver a casa no es lo mismo que descubrir una ciudad ajena. Aquí nada me sorprende, no “descubro” una urbe y sus formas; desempolvo y actualizo, que es diferente. Me queda claro que en Bolivia no soy un sociólogo vagabundo observando con sorpresa una realidad desconocida. Vuelvo, sin haberme ido del todo, por tanto solo ajusto cotidianidades informaciones.</span></p><p><span style="font-family: arial;">Matilde Casazola lo dijo con claridad. Como ella, “yo no logro explicarme con qué cadenas me atas”; aunque más que las cadenas prefiero pensar en las misteriosas “hierbas” con las que “me cautiva la dulce tierra boliviana”. Será la quirquiña, la huacataya, la coca o la ulupica. Para el caso, son indescifrables los misterios de la pertenencia, y dulces las caricias de la acogida. Es tiempo del regreso.</span></p><p><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p><span style="font-family: arial;">Publicado en El Deber el 15 de diciembre del 2020.</span></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-56856587108277784462020-12-01T20:21:00.001-08:002020-12-05T20:22:30.601-08:00El Evo que siempre fue<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">A veces, repasar los cajones de los recuerdos trae sorpresas. Por distintos motivos, guardé uno de mis cuadros más preciados -un Mamani Mamani antes de que fuera un artista de Estado- empaquetado en periódicos de la época. Al despedazar la envoltura como niño que rompe el papel de su regalo luego de dieciséis años empaquetado, me detuve en azarosamente una página: el editorial de La Razón del 10 de julio del 2004 titulado “Cuando la política duele”. No recuerdo mucho el contexto, creo que era un acercamiento de Evo Morales, entonces líder cocalero, con Carlos Mesa, entonces Presidente.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Reproduzco textualmente algunos extractos:</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">“Evo Morales surgió de improvisto en el trópico cochabambino y de inicio se notó que aparecía en el escenario político un personaje joven que iba a dar qué hablar. Mostró las cualidades que son indispensables para la política boliviana -picardía, sorna, impostura y arrojo-, su nombre empezó a escucharse por todos lados y los sucesivos gobiernos empezaron a sentirse incómodos ante un dirigente al que sus bases obedecían y que se había convertido en un especialista en bloqueos de caminos y carreteras…</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">“Los caminos de la política son muy duros, mucho más de lo que se cree. Paz Zamora, Banzer y Sánchez de Lozada (…) pagaron muy caro su paso a la presidencia (…). Evo Morales no podía ser la excepción.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">“Ya ha tenido algunos disgustos y encontronazos el líder cocalero. Su aproximación al actual Gobierno le ha debilitado un flanco por donde van a querer meter sus lanzas algunos enemigos. Pero de los disgustos que duelen, Morales ha tenido últimamente dos. La sublevación de los senadores del MAS fue el primero, cuando el diputado Escóbar le hizo comprender que no era impunemente poderoso. Evo Morales lo hizo echar del MAS en una asamblea -sin proceso ni tribunal- para demostrar su poder omnímodo. Pero Filemón Escóbar no es un dirigente del montón, ni mucho menos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">“La respuesta fue inmediata y contundente. Jaime Solares anunció que la COB expulsaba con ignominia de sus filas a Evo Morales, por “traidor”, “vendepatria” y “mesista”. (…). Los dolores de la política han comenzado para Evo Morales”.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">No voy a entrar en detalles del momento. El lector de nuestra era sabrá juzgar si el perfil esbozado en aquel editorial de hace más de tres lustros dibujaba la esencia del personaje que después devino Morales en el centro del poder boliviano. También es el lector quien sabrá apreciar el curioso cambio del matutino de entonces al de hoy, en el cual sería imposible encontrar una crítica a algo que venga del MAS; con los años uno ya sabe quién tiene La Razón. Lo que me queda claro que siempre se puede encontrar enseñanzas mirando al pasado. “La historia es el juego de la Fortuna” por eso su devenir es una constante interrogación, decía Octavio Paz.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en El deber el 01 de diciembre del 2020.</span></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-79655849595612208932020-11-17T09:14:00.002-08:002020-11-17T09:14:27.635-08:00Adiós a Loida<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"> <span style="background-color: #fafafa; color: #1b1b1b;">Fue mucho más que la madre de mi esposa. Loida Clavijo de Rodríguez fue una interlocutora, una amiga, una mujer con la que daba gusto dialogar, un constante estímulo para pensar las cosas. Siempre estaba bien informada, con una posición política clara que le gustaba debatir y sostener, en un clima de respeto de la opinión del otro. A veces estábamos de acuerdo, y muchas disentíamos. Lo grato no era necesariamente llegar a un punto común, sino aprender a escuchar razonamientos divergentes.</span></span></p><span style="font-family: arial;"><div style="text-align: justify;"><span style="color: #1b1b1b;"><br /></span></div><span style="background-color: #fafafa; color: #1b1b1b;"><div style="text-align: justify;">Se fue rápido, a semanas del encuentro que teníamos planeado hacía tiempo. Ya no podremos verla. Quiero compartir algunas de las expresiones que han circulado en redes sociales en su memoria:</div></span><div style="text-align: justify;"><span style="color: #1b1b1b;"><br /></span></div><span style="background-color: #fafafa; color: #1b1b1b;"><div style="text-align: justify;">Sonia Montaño: Qué pasó! No lo puedo creer. Tú luz seguirá aquí querida Loida</div></span><div style="text-align: justify;"><span style="color: #1b1b1b;"><br /></span></div><span style="background-color: #fafafa; color: #1b1b1b;"><div style="text-align: justify;">Carmen Bilbao: Que noticia tan triste! Luz en su nueva travesía!!!</div></span><div style="text-align: justify;"><span style="color: #1b1b1b;"><br /></span></div><span style="background-color: #fafafa; color: #1b1b1b;"><div style="text-align: justify;">Alfonso Gumucio: Estas redes están cada vez más llenas de malas noticias. Cada vez me gustan menos. Abro esta plataforma cada vez menos porque cuando lo hago vomita tristeza y desazón. Hoy me entero de la partida de Loida, amiga periodista desde hace tantos años. Tenía un modo suave de ser, nos veíamos poco pero siempre con mucha complicidad y cariño por los eventos que nos tocó vivir en el pasado. ¿Qué se la llevó de regreso a Daniel?</div></span><div style="text-align: justify;"><span style="color: #1b1b1b;"><br /></span></div><span style="background-color: #fafafa; color: #1b1b1b;"><div style="text-align: justify;">Directorio de la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP): Destacada y meritoria periodista. Apreciada socia y actual Presidenta del Tribunal de Honor de la institución. Expresamos nuestra solidaridad a su familia por tan irreparable pérdida.</div></span><div style="text-align: justify;"><span style="color: #1b1b1b;"><br /></span></div><span style="background-color: #fafafa; color: #1b1b1b;"><div style="text-align: justify;">Carlos Barragán: Gran pena por tu partida. Admirable mujer. Ser humano de los mejores. Luchadora infatigable por la democracia.</div></span><div style="text-align: justify;"><span style="color: #1b1b1b;"><br /></span></div><span style="background-color: #fafafa; color: #1b1b1b;"><div style="text-align: justify;">Monica Machicao Clavijo: Descansa en paz querida tía Loida Clavijo de Rodríguez, excelente persona y gran periodista. Tu integridad y luz será una inspiración para los que hoy te despedimos con profunda tristeza. Paz y mucha luz en tu ascenso hacia Dios y retorno a la esencia.</div></span><div style="text-align: justify;"><span style="color: #1b1b1b;"><br /></span></div><span style="background-color: #fafafa; color: #1b1b1b;"><div style="text-align: justify;">Isabel Mercado: Qué tristeza más grande!!! Te perdemos querida Loida, mujer admirable: comprometida, consecuente con sus ideas, honesta como pocas. Harás siempre mucha falta!</div></span><div style="text-align: justify;"><span style="color: #1b1b1b;"><br /></span></div><span style="background-color: #fafafa; color: #1b1b1b;"><div style="text-align: justify;">Hay muchas cosas que se podría decir de Loida. Sólo quiero compartir un recuerdo. Como buena parte de los textos que escribo en Bolivia los envío desde el extranjero y casi nunca veo los impresos en papel, ella se encargaba de recolectarlos y recortarlos religiosamente. A la antigua, me los enviaba hasta donde estaba en paquetes llenos de periódicos con noticias o reflexiones que consideraba importantes. Cada que llegaba un envío suyo gracias a algún amigo que nos visitaba, me encontraba en un sobre un pedazo del periodismo local y, entre esas hojas, mis publicaciones. Era una preciosa manera de transportarnos a las discusiones y el ambiente intelectual que se impregna en el papel periódico y que transmite la atmósfera nacional más que cualquier soporte cibernético.</div></span><div style="text-align: justify;"><span style="color: #1b1b1b;"><br /></span></div><span style="background-color: #fafafa; color: #1b1b1b;"><div style="text-align: justify;">Loida se ha ido. Cuánto la vamos a extrañar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Publicado en El Deber del 17 de noviembre del 2020.</div></span></span>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-39997722875335005442020-10-21T17:01:00.002-07:002020-10-21T17:01:21.720-07:00Los dilemas del delfín de Evo<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"> El resultado electoral de los comicios del domingo fue tan contundente como sorprendente. El Movimiento al Socialismo (MAS), partido de Evo Morales, alcanzó más del 50%, casi como en sus mejores años. Se esperaba una victoria, pero estaba en duda si lograría el porcentaje necesario para evitar la segunda vuelta. Sólo los más optimistas militantes proyectaban tal resultado.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Ahora queda claro: Luis Arce Catacora será el nuevo presidente. Pero juega con nueva baraja. Hasta hoy, el MAS gobernó con tres compañías fundamentales: una economía favorable por múltiples factores; el control total de la Asamblea Legislativa Plurinacional y la sólida presencia del liderazgo caudillista de Evo Morales que, por un lado, ordenaba la casa sin permitir exabruptos internos, y, aunque generaba rechazo en un sector importante, por otro lado representaba un peso político indiscutible. El desafío de Arce no será menor.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">La economía boliviana está seriamente afectada, tanto por una mala previsión de su antecesor como por la crisis sanitaria mundial. Seguramente se verá obligado a devaluar el peso y establecer medidas de poco respaldo popular para equilibrar las finanzas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Además, al no tener mayoría, para legislar tendrá que negociar con los representantes parlamentarios de dos nuevas fuerzas: Comunidad Ciudadana (que se estima tendrá 30% de respaldo) y Creemos (15% aproximadamente). La política volverá a la Asamblea, dejará de ser una extensión del presidente —y su sindicato cocalero— acostumbrada a acatar las resoluciones sin cuestionar ni discutir.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En lo interno, Luis Arce tendrá que optar respecto de las dos orientaciones en el MAS: seguir con la política dura, excluyente, beligerante y autoritaria de Morales y su entorno, o apoyarse en las fuerzas autocríticas, pluralistas y democráticas de otros sectores. El dilema de sacudirse el fantasma de Morales o actuar bajo su sombra le traerá duras consecuencias.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Y entre todo ese panorama, deberá lidiar con la pandemia que, si bien actualmente ha disminuido su impacto, es previsible un rebrote en cualquier momento.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Bolivia sale de un periodo muy duro de inestabilidad y confrontación. La jornada del domingo fue la ocasión para resolver una sucesión en el marco de la democracia y el respeto de las reglas. Todos los actores jugaron a la democracia, a diferencia del año pasado, cuando la sospecha bien fundada de fraude fue tan grande que implicó la anulación de las elecciones, el autoexilio de Morales y su victimización, y la construcción del relato de un golpe de Estado que nunca sucedió pero que le permitió mostrarse al mundo como una víctima. A pesar de todo, ahora ganó la democracia. Le corresponde a Arce salvar los desafíos piloteando un país con reglas claras, promoviendo la unidad y no la venganza. ¿Lo podrá hacer? La moneda está en el aire.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en El Universal el 20 de octubre del 2020. </span></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-31507992812801806762020-10-20T08:08:00.009-07:002020-10-21T08:13:37.551-07:00Una nueva oportunidad<div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"> Es tiempo de festejar. El domingo fue un día ejemplar. Todos salieron a las urnas convocados por el voto. Con barbijo, con puntabola, con gel, con esperanza. Como lo había anticipado el Tribunal Supremo Electoral, fue la ocasión para el rencuentro de diferentes. El domingo todos ganamos. Ganó la democracia, ganó Bolivia.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Sin duda que hay que felicitar a Luis Arce y David Choquehuanca. Supieron en pocos meses reconstruir a su partido que había quedado maltrecho el año pasado y condujeron la mejor campaña. Apuntaron bien, dieron los mensajes correctos, aprovecharon cada espacio, y metieron un golazo sin trampa, honesto, bien merecido. ¡Felicidades! También se debe aplaudir el rol de Carlos Mesa y Gustavo Pedraza, que a pesar de sus debilidades lograron un resultado importante que inyectará a la política nacional otra dinámica y obligará entendimientos entre los políticos con representación parlamentaria. Los diputados volverán a discutir, no serán una extensión del Ejecutivo. Se vislumbran tiempos mejores.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Queda claro que entramos a un nuevo episodio. Aunque a estas alturas espero poco de los políticos más allá del color de la camisa, espero que el MAS haya sacado una lección de este año lamentable que pudo haberse evitado si la tozudez no se hubiera apoderado del Palacio. Cuánto dolor nos hubiéramos ahorrado.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Ojalá que en la gestión política, que es el talón de Aquiles del MAS, no prime el afán de dominarlo todo y someter a todos, que no tengan que acudir a las “pequeñas trampitas” para imponer sus candidatos y violentar las leyes. Que den institucionalidad a los órganos independientes -insisto, independientes- sin agentes ocultos que los regulen, sin llamadas a atemorizados funcionarios que fungen como marionetas. Que en sus campañas no movilicen los recursos estatales, que no hagan una política de derecha diciendo que son de izquierda.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Espero también que Arce y Choquehuanca no hagan pactos con los sectores agroindustriales, que no dividan a las organizaciones sociales para controlarlas ni que las coopten con dádivas públicas. Que respeten la diferencia, que no usen su aplanadora ideológica para someter a todos a una sola lectura de la realidad estableciendo un nuevo pensamiento único. Que no compren medios de comunicación que sean controlados con finos hilos respondiendo a la voluntad de un patrón, ni que los conviertan en altoparlantes de lo que se dice desde la plaza Murillo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En fin, quisiera un gobierno de izquierda, pero una izquierda de verdad, no la pantalla que vivimos los últimos años del evismo. El principal dilema de Arce será retomar el país que le dejó Evo Morales con todos sus vicios y chanchullos, o volver a sus orígenes, a aquel momento de la primera década del siglo cuando todos creímos que se venía una nueva era. Tendrá que escoger entre vivir a la sombra de Evo o superarlo y mirar al futuro con el espíritu que movilizó a Bolivia el 2005 y que se fue diluyendo en el laberinto del poder y los palacios. Puede empezar con una profunda autocrítica y preguntarse en qué fallaron, por qué llegamos hasta aquí, o puede retomar la soberbia y la altanería propia de sus antecesores. Puede retomar genuinamente lo mejor del extraviado “proceso de cambio”, o montarse en la maquinaria del poder que llevó al país al abismo. La moneda está en el aire, pago por ver.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Les deseo mucha suerte a Arce y Choquehuanca, ojalá retomen lo mejor de la izquierda nacional, ese espíritu libertario tantas veces demostrado en nuestra historia y no el rostro autoritario y abusivo que tiene nombres y apellidos. De Arce se sabe poco: que es un buen economista, que es buen guitarrero -sin duda canta mejor que Choquehuanca-, y que es poco carismático. Ojalá que, como presidente, no olvide en pocos años a amarrarse los huatos sin ayuda de un guardaespaldas.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Al contrario, con la recesión en rangos históricos, las finanzas públicas colapsadas y la población apremiando por toda clase de ayudas, resta ver si el MAS podrá gestionar esta crisis, sin desencantar y perder el respaldo de sus bases ni frustrar a otros sectores y grupos económicos. ¿Podrá hacerlo?</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en El Deber el 20 de octubre del 2020. </span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div></div>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-63870954074998467812020-10-18T07:15:00.003-07:002020-10-18T07:15:33.460-07:00Reseña: Anatomía de El desencanto<p><span style="font-family: arial;"> <span style="background-color: white; color: #414042;">¿Hay alguien a quién no le duela Bolivia? Esta tierra con olor a petardo explotado y, que la mayor parte del tiempo, nos deja con el amargo que la desazón eterna nos hace sentir, en lo más profundo, todos sus devenires. Hugo José Suárez, en su obra El desencanto, condensa este lamento: “Bolivia es el país de las emociones; aquí la política es más apasionada que ningún otro lugar que haya conocido”. Y es cierto, por eso su obra se basa en un retrato de los pensamientos, pero sobre todo los sentimientos, de un hombre que veía en un gobierno como ninguno, la posibilidad de curar esa pesadumbre que cargaron los suyos, los míos y nosotros mismos, generación tras generación.</span></span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; margin: 0px 0px 0.6em;"><span style="font-family: arial;">Lo singular del texto de Hugo José es que escribe “con la sinceridad, el dolor y el desasosiego entre las teclas”. Si bien sus reflexiones las hace desde antiguos pasajes parisinos o en el Zócalo mexicano, hay un ajayu, su ancla telúrica, que se le ha quedado en nuestros llanos, valles y montañas. Esa lejanía pero indudable conexión que mantiene con estas tierras, hace que las palabras del sociólogo trotamundos sean más precisas que muchos de los que vivimos en el remolino de los desencuentros. </span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; margin: 0px 0px 0.6em;"><span style="font-family: arial;">Así, su tristeza advertida en las primeras páginas hace que los artículos recolectados del 2006, 2007 y 2008, que presentan una defensa aguerrida al expresidente Evo Morales, no se entiendan como una convicción ciega, sino como una esperanza genuina de cambio. </span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; margin: 0px 0px 0.6em;"><span style="font-family: arial;">Y cuestiona, entonces, a aquella parte del país que, en una actitud completamente discriminatoria, se rehusaban a aceptar a Morales como presidente por aquel entonces; cuestionó a aquellos que ocultaban su racismo en alegaciones de libre expresión retrayendolos a un periodo que desgarró la vida de miles de familias bolivianas. </span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; margin: 0px 0px 0.6em;"><span style="font-family: arial;">“¿Dónde estuvieron cuando en Santa Cruz se apoyó el golpe militar de Banzer y se liquidaron a decenas de personas? ¿Dónde cuando se exiliaron y censuraron a cientos de periodistas? ¿Dónde estuvo su indignación cuando Goni mataba a 50 alteños en unas horas?”. Sus preguntas hacen eco en ese dolor de corazón. Aquellos que lean la obra críticamente encontrarán que el autor nos manda el mensaje no tan sutil de que esta historia está llena de grises; que hoy, un discurso de buenos y malos, no tiene sustento. Nos asegura que hay memoria y hay porqués, conformando así una reflexión vital en el contexto actual.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; margin: 0px 0px 0.6em;"><span style="font-family: arial;">Cuando se tiene como norte la verdad y los principios, el desencanto es la consecuencia lógica. Con angustia, Hugo José viaja en la segunda parte de su texto, hasta el 2017, casi una década después. Escribe que Evo no entendía el trasfondo de una lucha de izquierda que, más allá de la teoría y la consigna repetida, buscaba un país más justo. </span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; margin: 0px 0px 0.6em;"><span style="font-family: arial;">Narra que Morales no reconocía en sí mismo la condición de “heredero de ese pasado, de esas lágrimas y sudores que prepararon el terreno para abrirle paso, y que sin esas resistencias, jamás hubiera llegado donde está”. </span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; margin: 0px 0px 0.6em;"><span style="font-family: arial;">Y el autor va más allá, se frustra por las medidas de la administración del Movimiento Al Socialismo: desde obligar a los funcionarios públicos a participaQuien desde un principio había esperado atentamente ser testigo de la concreción de reivindicaciones y el pago de una deuda histórica con este pueblo, no podía caer convencido de esa puesta en escena. Mucho menos se esperaría que cerrara esa puerta sin una lección. </span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; margin: 0px 0px 0.6em;"><span style="font-family: arial;">En sus últimas líneas, Hugo José nos incita a bajar el caleidoscopio de tintes políticos; nos pide ver más allá, cuestionarnos nuestro rol, nuestras acciones y sus consecuencias. Quien termine de leer El desencanto sentirá la necesidad de acomodar su propio ajayu, como aquel q’ipi con el que parece que cargamos los que nacimos aquí, y volver a seguir cimentando una Bolivia que no duela más.r de actividades partidarias, pasando a la corrupción que desdibujó un proceso de cambio teñido de política tradicional.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; margin: 0px 0px 0.6em;"><span style="font-family: arial;"> Para él revelaban la ingratitud de Evo y los suyos con la promesa, la obligación, de crear un país mejor. Quien encare estas páginas en las que Suárez deja su alma al desnudo, debe saber encontrar esa vena subyacente que hace su pensamiento muchísimo más profundo: Hugo José declara que Evo se comportaba como “un enano montado en gigantes que lo antecedieron”, hombre grandes, íntegros y valientes como su papá, Luis Suárez, quien murió peleando por esos sueños que Evo acabó abandonando. </span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; margin: 0px 0px 0.6em;"><span style="font-family: arial;">Es que estas páginas están escritas por alguien que ha pagado un alto precio por hacer de estas tierras un hogar, una herida que de seguro, lastima todos los días. El desencanto, por eso, sabe a traición y, al mismo tiempo, a una historia de lucha en pro de la democracia.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; margin: 0px 0px 0.6em;"><span style="font-family: arial;">Estábamos “en las puertas del tinku”, sostiene en las últimas y más reveladoras páginas de esta obra. Los acontecimientos del 2019 lo dejan verdaderamente incrédulo pero, sobre todo, completamente convencido de que el Evo Morales a quien, con lágrimas en los ojos había visto jurar como presidente, no era el Evo que entre sollozos se despedía desde el aeropuerto de Chimoré con un “discurso victimario”. </span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; margin: 0px 0px 0.6em;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 0.6em;"><span style="color: #414042; font-family: arial;">Texto de </span><span style="background-color: transparent;"><span style="color: #414042; font-family: arial;">Catalina Rodrigo Machicao en El Deber el 18 de octubre del 2020. </span></span></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-38331225274603590272020-10-06T11:03:00.001-07:002020-10-17T11:07:21.568-07:00El abrazo del reencuentro<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"> <span style="background-color: #fafafa; color: #1b1b1b;">Hace unas semanas empezaron a circular emotivos videos del Órgano Electoral Plurinacional en los que se retomaban episodios de los dramáticos días de octubre y noviembre del año pasado. </span></span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Luego del miedo y la confrontación con distintos rostros (oriente, valles y occidente), al final los protagonistas aparecen en el recinto electoral emitiendo su voto. Cada video ha sido conmovedor, al verlos no he podido detener las lágrimas. No es para menos. </span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Hubo mucha muerte, mucha violencia, mucha descomposición. Las heridas están abiertas, no se ha hecho justicia y por tanto no se han terminado de cerrar. ¿Pueden ser las elecciones la ocasión para empezar un entendimiento mínimo? Esperemos que sí.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Veo dos escenarios. Primero el catastrófico: el 18 de octubre antes de terminar el día, el MAS se declarará vencedor, denunciará fraude y comenzará la movilización radical. Camacho hará lo mismo, se refugiará en Santa Cruz y desde ahí lanzará dardos mortíferos a todo lo que tenga en frente. </span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Áñez, nerviosa desde la Plaza Murillo, con otro Murillo al lado, apelará al orden autoritario convocando a las Fuerzas Armadas. Terminaremos el año con más muertes, ¿cuántas y con qué responsables? Difícil de calcular, tal vez más que las del año pasado.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="border: 0px; box-sizing: inherit; font-stretch: inherit; font-style: inherit; font-variant: inherit; font-weight: inherit; line-height: inherit; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Quisiera creer que hay un segundo escenario. Que sea cual fuera el resultado, todos los actores acaten el resultado del Órgano Electoral Plurinacional. Que tanto vencedores como los perdedores sepan que tienen una responsabilidad fundamental con el futuro de la nación, y que para que todos ganemos, se deben respetar las reglas del juego y la voz de la única institución creíble en nuestro deteriorado país. </span></span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="border: 0px; box-sizing: inherit; font-stretch: inherit; font-style: inherit; font-variant: inherit; font-weight: inherit; line-height: inherit; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Quisiera creer que el MAS mostrará un rostro renovado, no beligerante ni chanchullero, y que jugará a la institucionalidad y a la paz. Quisiera creer que Camacho dejará el berrinche adolescente y se convertirá en un dirigente nacional que respete las normas y los protocolos formales de la política. Quisiera creer que Mesa aceptará las conclusiones del OEP y las defenderá más allá de cómo haya quedado parado. </span></span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;"><span style="border: 0px; box-sizing: inherit; font-stretch: inherit; font-style: inherit; font-variant: inherit; font-weight: inherit; line-height: inherit; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Quisiera creer que los ciudadanos depositaremos la confianza en el OEP y que saldremos a las calles solo para defender sus informes y para festejar que ganó la democracia, que todos ganamos. Quisiera creer que hay futuro en Bolivia, que podemos vivir juntos y que las elecciones pueden ser, efectivamente, la ocasión para el abrazo.</span><span style="border: 0px; box-sizing: inherit; font-stretch: inherit; font-style: inherit; font-variant: inherit; font-weight: inherit; line-height: inherit; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"></span></span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;"><span style="border: 0px; box-sizing: inherit; font-stretch: inherit; font-style: inherit; font-variant: inherit; font-weight: inherit; line-height: inherit; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"></span></span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">La jornada del 18 de octubre puede ser la última oportunidad no para levantar la mano de un ganador que en la otra palma tenga la cabeza degollada del derrotado, sino para felicitar a quien obtuvo el apoyo popular, respetando las reglas, y seguir caminando hacia adelante. Ojalá que estemos en la alborada del renacimiento de una colectividad de diferentes que se respetan, una muestra al mundo del entendimiento de los distintos, y no en la víspera de entierros, duelo, llanto.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Durante mucho tiempo he sido crítico de la democracia liberal y todavía tengo mis reservas. Pero ahora, cuando la estabilidad se sostiene con alfileres, definitivamente creo que nuestra última carta la podemos jugar en las urnas. Por mi parte, felicitaré al vencedor que anuncie el OEP, y le desearé la mejor de las suertes. Sí: abrigo la esperanza del reencuentro.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Publicado en El Deber el 06 de octubre del 2020.</span></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-84821681689895785412020-09-27T13:09:00.001-07:002020-09-27T13:09:06.619-07:00Borradores de la historia: un libro indispensable<p> <span style="background-color: white; color: #414042; font-family: "open sans", sans-serif; text-align: justify;">Ha empezado a circular por internet en PDF el libro Borradores de la historia. Notas al pie de la crisis boliviana que ocasionara la renuncia de Evo Morales. Se trata de un documento compilado por Yocelyn Olmos y editado por Jenny Ybarnegaray en el cual participan 24 autores, entre ellos yo mismo, agradezco la invitación- de distintos países. Los artículos están organizados en cinco partes: El extractivismo de base, la fractura democrática, golpe o rebelión, el MAS en su laberinto, la dura transición. </span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; font-family: "open sans", sans-serif; margin: 0px 0px 0.6em; text-align: justify;">El texto tiene muchas virtudes. Ofrece una extensa y detallada cronología de los hechos apegada a los datos puntuales. Aunque parece obvio, son pocas las personas que hacen esa recopilación minuciosa que es de gran utilidad a medida que pasan los meses (hace un tiempo estaba buscando algo así en la red y sólo encontré trabajos parciales). </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; font-family: "open sans", sans-serif; margin: 0px 0px 0.6em; text-align: justify;">Por otro lado, muestra una diversidad de lecturas sobre aquellos meses intensos. Los autores son múltiples y de tradiciones a menudo divergentes, las interpretaciones no necesariamente coinciden, a veces son contradictorias, y esa es su riqueza. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; font-family: "open sans", sans-serif; margin: 0px 0px 0.6em; text-align: justify;">Entre quienes escriben tenemos desde intelectuales de un largo y sostenido vínculo con los movimientos sociales progresistas, hasta convencidos defensores de las ideas liberales. No se busca una homogeneidad ni una sola voz; todo lo contrario, se trata de recoger un sentir crítico que analiza el malestar boliviano con la política desde una variedad de puntos de vista.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; font-family: "open sans", sans-serif; margin: 0px 0px 0.6em; text-align: justify;">Una de las estrategias discursivas del poder es imponer los parámetros de la discusión sentando las categorías y las posiciones de cada actor. En los agitados días del año pasado los intelectuales del MAS elaboraron con eficacia una dupla cómoda donde estaban en una vereda quienes los apoyaban y al frente todos los demás que eran, claro está, “golpistas, derechistas, racistas, fascistas, neoliberales”. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; font-family: "open sans", sans-serif; margin: 0px 0px 0.6em; text-align: justify;">El volumen muestra que las cosas no son tan simples, como bien lo explica la coordinadora en la introducción. No deja de ser sintomático que algunas voces muy críticas fueran las que hace un par de décadas formaron el Grupo Comuna, que en octubre estuvieron en bandos abiertamente opuestos. De hecho en buena medida uno de los pilares de la crítica provino precisamente de una izquierda diversa y libertaria que no se creyó el cuento masista y que propuso otras claves de lectura. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; font-family: "open sans", sans-serif; margin: 0px 0px 0.6em; text-align: justify;">La mayoría de los textos fueron publicados en periódicos o plataformas virtuales en el momento de los hechos. Tienen la frescura de la historia viva, resultado de la “escritura en caliente”, pero a la vez son prisioneros de su tiempo y de la información que se contaba en aquella época. Es el riesgo y la virtud de este tipo de materiales. </p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; font-family: "open sans", sans-serif; margin: 0px 0px 0.6em; text-align: justify;">Se dice que hubo más convocados, pero que no todos quisieron aparecer en la foto. Sus razones tendrán. El caso es que se trata de un documento especialmente valioso que está llamado a convertirse una fuente de consulta obligada para quienes quieran entender una de las parcelas del complejo proceso del año pasado. Ojalá que tenga amplia difusión.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; font-family: "open sans", sans-serif; margin: 0px 0px 0.6em; text-align: justify;"><br /></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #414042; font-family: "open sans", sans-serif; margin: 0px 0px 0.6em; text-align: justify;">Publicado en Página Siete el 27 de septiembre del 2020. </p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-74704810578343343462020-09-26T21:41:00.003-07:002020-09-26T21:41:20.162-07:00¿Y los intelectuales independientes en México?<p style="text-align: justify;"> <span style="font-family: "work sans", sans-serif;">Hace unos días personajes del mundo de las ideas han vuelto a poner sus nombres en</span><span style="font-family: "work sans", sans-serif;"> </span><strong style="font-family: "work sans", sans-serif; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px;">desplegados</strong><span style="font-family: "work sans", sans-serif;"> </span><span style="font-family: "work sans", sans-serif;">sentando posiciones políticas. Los dos frentes tienen larga data y giran alrededor de un nombre:</span><span style="font-family: "work sans", sans-serif;"> </span><strong style="font-family: "work sans", sans-serif; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px;">López Obrador</strong><span style="font-family: "work sans", sans-serif;">. O estás a favor, o en contra. Lo curioso es que más allá de los argumentos de cada quien, tienen más puntos en común de lo que se piensa.</span></p><p style="font-family: "work sans", sans-serif; line-height: 28px; margin: 0px 0px 20px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify;">Habría que hacer una sociología de los intelectuales en México para develar sus trayectorias, sus fuentes de ingreso, el tránsito de sus posiciones, sus cercanías o rupturas con los políticos. Pero por lo pronto, al menos se pueden identificar algunos lugares comunes.</p><p style="font-family: "work sans", sans-serif; line-height: 28px; margin: 0px 0px 20px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify;">Primero, <strong style="margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px;">la cercanía con el poder</strong>. Decía <strong style="margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px;">Carlos Fuentes</strong> que los escritores mexicanos tienen la suerte de ser escuchados. Es cierto, pero también lo es que la escucha tiene un precio. En México los políticos publican libros que no escriben, leen discursos que no redactan, dan conferencias con datos que jamás buscan y citan autores que no revisan. Hay una plataforma de escritores bien pagados que cumplen esa función. Los políticos -de cualquier orientación- coquetean, financian, promueven a nombres que le conviene, sin olvidar que luego pasarán la factura.</p><p style="font-family: "work sans", sans-serif; line-height: 28px; margin: 0px 0px 20px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify;">Por otro lado, el gusto por estar en el <strong style="margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px;">debate público</strong> da sus réditos, fama y muchos privilegios, aunque también tiene costos. <strong style="margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px;">Octavio Paz</strong> contaba que alguna vez su nombre fue quemado en una pancarta al frente de la embajada de Estados Unidos. No sé si hay que leer el hecho como lástima u orgullo, pero el hecho es que el autor penetró en la discusión social popular y terminó siendo juzgado como se juzga en una manifestación callejera.</p><p style="font-family: "work sans", sans-serif; line-height: 28px; margin: 0px 0px 20px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify;">En los dos comunicados recientes, lo lamentable es que <strong style="margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px;">ambos dicen medias verdades</strong>, y pretenden potenciar sus argumentos o con el capital simbólico, o con el número de los firmantes. Y claro, ni el peso del nombre -argumento de autoridad- ni la cantidad de adherentes -argumento cuantitativo- son suficientes para que algo sea cierto. En muchos puntos, ambos tienen la razón, y en otros, ambos maquillan la realidad a su conveniencia. En suma, tanto una vereda como la otra dependen del estado de discusión del campo político y de la necesidad de posicionarse en el mismo. Así, la intelectualidad mexicana pierde autonomía, y por ende está en juego su capacidad de proponer pensamiento fresco y novedoso fruto de observaciones propias más que de la temperatura de la disputa coyuntural.</p><p style="font-family: "work sans", sans-serif; line-height: 28px; margin: 0px 0px 20px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify;">Por supuesto que no se trata de apelar a la neutralidad que todos sabemos que no existe, sino más bien buscar balances que vayan más allá de la necesidad de sentarse a la derecha o a la izquierda del presidente, y que propongan a la sociedad otras rutas interpretativas. La relación del intelectual con el mundo del poder y las tomas de posición es inevitable y saludable. Pero someterse a ellas convirtiéndose en voceros más que en pensadores, sólo empobrece el debate. No hay que olvidar, <strong style="margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px;">el intelectual no puede ser el altoparlante de nadie</strong>, su rol es la creación autónoma de las ideas, no la repetición de lo dicho en los laberintos del poder o en el despacho de un administrador de lo público. Así, todos perdemos.</p><p style="font-family: "work sans", sans-serif; line-height: 28px; margin: 0px 0px 20px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></p><p style="font-family: "work sans", sans-serif; line-height: 28px; margin: 0px 0px 20px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify;">Publicado en El Universal el 26 de septiembre del 2020.</p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-69131880230004765342020-09-22T18:49:00.001-07:002020-09-22T18:49:01.845-07:00El demonio del poder<p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Es una verdad de Perogrullo: el poder llama, convierte, transforma, domina, controla los más nobles espíritus. Nuestra historia está llena de almas frágiles que han sucumbido ante tremendo caballero. En los ochenta, el poder logró que Jaime Paz cruzara “ríos de sangre”, que se olvidara de sus mártires, de su pasado, de las horas de tortura y llanto que vivió poco tiempo atrás. Ser presidente era más importante, logró un acuerdo con Banzer y se colgó la tan ansiada medalla.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Un par de décadas más tarde, Evo, el sindicalista que vino de abajo, que subió en los hombros de las ánforas a la Plaza Murillo como nadie lo había hecho, no pudo controlar su deseo de quedarse por siempre ahí. Sucumbió al canto de las sirenas, prefirió desoír un referéndum, torcer la Constitución, impulsar un fraude, con tal de no irse del palacio.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Áñez, que fue recibida con esperanza por un amplio sector de la población, que logró controlar la tensión del año pasado y marcar una agenda de consenso, incluso llegando a acuerdos con el MAS en el Parlamento, decidió dejar de ser una presidenta transitoria y se convirtió en candidata hasta hace algunos días.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">No recuerdo quién afirmaba que un político jamás dejaría su sed por sentarse en la cabecera de la mesa al menos que fuera obligado por múltiples circunstancias. El deseo de mantenerse en el poder marca el ritmo de la política. Se lo ha dicho tantas veces.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">¿En qué se parecen Morales y Áñez? En muchas cosas, entre ellas, en que ambos besaron la misma araña y quedaron atrapados en esa red. </span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Evo pudo renunciar a su candidatura, defender el proceso de cambio desde otra trinchera, dar paso a Arce o Choquehuanca antes de tanta movilización y muerte; pero no, prefirió decir y hacer creer que era irremplazable. Áñez tuvo la oportunidad de ser una presidenta que pase a la historia como la que organizó las elecciones más transparentes, necesarias, decisivas, limpias, participativas. Su misión era clara: la transición. Su ambición pudo más. Quiso, como Evo, quedarse en la silla más allá de lo colectiva e institucionalmente acordado.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Su testarudez solo polarizó más al país ya malherido. En pocos meses demostró que se podía tener un gobierno desastroso, y en algunos temas, acaso tanto como su antecesor, el cual había logrado ese título en 14 años. Su capricho colaboró a la rearticulación del MAS, partido que había quedado lastimado, lo unificó hasta extremos impensables, como lograr el coqueteo del Mallku con Choquehuanca. Indirectamente promovió que Camacho se consolide como un líder sólido en Santa Cruz. </span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Logró tirar por la borda el capital político de lo mejor de la izquierda institucional que fue Sol.bo y no permitió el crecimiento de Mesa. Áñez es como las “relaciones tóxicas”: quema a quienes tiene cerca y fortalece a quienes tiene lejos. Simplemente si Áñez no hubiera jugado a ser candidata, otra sería la baraja. Pero claro, el “hubiera” no existe en política.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Vuelvo a la pregunta. ¿Qué tienen en común Áñez, Evo, Jaime (para no hacer una lista inagotable)? Que todos responden a la definición que el último utilizó para sí mismo: “Un político de raza”. O dicho de otro modo, todos son “animales políticos”. Se parecen demasiado.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Tolkien en<span style="border: 0px; box-sizing: inherit; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> </span><span style="border: 0px; box-sizing: inherit; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">El Señor de los Anillos</span><span style="border: 0px; box-sizing: inherit; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> dibujó una manera de relacionarse con el poder que va más allá de tiempos y territorios. El problema es que en Bolivia parece que nos sobran Gollums, y nos faltan Frodos.</span></span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;"><span style="border: 0px; box-sizing: inherit; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Publicado en El Deber el 22 de septiembre del 2020.</span></span></p><p></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-840767630672429433.post-68301337343653195172020-09-09T18:36:00.003-07:002020-09-09T18:36:25.126-07:00El desencanto<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"> <span style="background-color: #fafafa; color: #1b1b1b; font-size: 18.4px;">En la mañana del sábado pasado, empezó a circular mi nuevo libro El desencanto. 14 años del gobierno de Evo Morales (Editorial 3600, disponible en internet) en el que analizo críticamente el accionar político del expresidente y particularmente mi implicación en el “proceso de cambio”, que pasó de la esperanza a la profunda decepción. Muchas personas reaccionaron, agradezco que esté siendo leído y que circule. Lo más curioso fue que, antes de que pasaran veinticuatro horas, alguien llamó a mi casa en Bolivia -no sé cómo adquirió el número- y escondido del otro lado del auricular dejó una pregunta que en realidad era una acusación: “¿Cuánto les pagó Doria Medina por El Desencanto?”. Ignoro el origen de la llamada, aunque intuyo su fuente.</span></span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-size: 18.4px; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Empecemos por lo obvio. Nadie me pagó para escribir el libro. O más bien, no lo hizo Doria Medina, a quien no conozco personalmente y de quien jamás he recibido un quinto (y por supuesto que no apoyo su candidatura). La institución responsable de mi salario mensual es la Universidad Nacional Autónoma de México; soy investigador titular en esa casa de estudios hace más de una década y escribo con toda libertad y responsabilidad.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-size: 18.4px; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Pero eso no es lo importante. Lo que revela la llamada es el afán de control del pensamiento, la imposibilidad de aceptar otras ideas, la necesidad de homogenizar un discurso que polarice y aplane las diferencias. Por eso, creo conveniente traer a colación dos reflexiones que están en la introducción de mi libro: porqué lo escribí y desde dónde lo hago en términos políticos.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-size: 18.4px; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Sobre el primer aspecto afirmo: “he querido publicar este libro porque esta es la historia de una apuesta, quizás no equivocada, acaso ingenua, pero seguro desviada y descompuesta. Es una pequeña muestra de cómo pueden cambiar las personas y los proyectos, cómo la política tiene múltiples rostros y el poder puede desvirtuar las mejores intenciones. El tono crítico de estas páginas es para no olvidar los errores. La complacencia es mala consejera, especialmente para con los políticos. La experiencia del gobierno de Morales, exitosa, contradictoria y compleja, debió ser la perfecta ocasión para un balance profundo y crítico de los límites y aciertos de una agenda progresista, pero lo que escuchamos fue una ola apabullante de aplausos y defensa visceral de lo indefendible. Como colectividad crítica, perdimos la oportunidad de avanzar con base en la autoevaluación transparente de los errores, muchos prefirieron la trinchera y fomentar la brigada de los elogios mutuos. Este libro es una nota disonante en esa melodía”.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-size: 18.4px; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Con respecto a mi posición política, sostengo: “Escribo desde una posición de izquierda crítica, ecuménica, que no obedece a jefes, que no promueve monopolios de la verdad y de la interpretación, con voz propia, indisciplinada, apasionada por la diversidad, por la irreverencia, por la autonomía. Una izquierda que no se cuadra frente a estatuas, ni dogmas, ni doctos; que no se inclina ante los lineamientos intelectuales o políticos de un comité central o de los ‘líderes históricos’. Una izquierda libertaria que, frente a la podredumbre que ve en frente, apuesta que otra izquierda es posible”.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-size: 18.4px; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Poco más qué decir. Ojalá que el libro nos ayude a avanzar, evitando tropezar dos veces con la misma piedra.</span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-size: 18.4px; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="background-color: #fafafa; border: 0px; box-sizing: inherit; color: #1b1b1b; font-size: 18.4px; font-stretch: inherit; font-variant-east-asian: inherit; font-variant-numeric: inherit; line-height: inherit; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: arial;">Publicado en El Deber el 08 de septiembre del 2020. </span></p>Hugo José Suárezhttp://www.blogger.com/profile/01295257298986364190noreply@blogger.com0