Sociología del blue-jean

Encontré un libro que me refresca el sentido de la sociología: Una historia del blue-jean, de Daniel Friedmann (1987). Se trata de un texto donde el autor transita por esa prenda en sus distintas facetas. Cuenta su azaroso nacimiento, su rol en la construcción de la masculinidad y la feminidad, el tránsito de la transgresión hacia el comercio, la plasticidad que le permitió ser un símbolo de los movimientos sociales y la contracultura o adaptarse a modelos convencionales. En fin, todo lo que hay alrededor del pantalón vaquero emblemático de Estados Unidos.
El documento se lee bien, fluye, explica, maneja datos y a la vez atrapa. Quizás lo que más me gusta es que se trata de una sociología seductora. Concentra la mirada no en los temas o acontecimientos que tienen todos los reflectores y todas las plumas, a menudo diciendo y enseñando más o menos lo mismo. Cuando el sentido común mediático y, muchas veces también académico, llena páginas con los problemas legítimos, se aprecia a los autores que desentonan, que se separan de las corrientes aplastantes y ponen el ojo en otras cosas.
Friedmann nos muestra que lo cotidiano, lo que está al alcance de la mano y que para todos parece obvio, puede convertirse en sujeto de análisis profundamente interesante y divertido. Y así nos invita a mirar más allá, nos parece decir que no es necesario pasar por demasiadas bibliotecas para crear pensamiento, suficiente intentar explicar lo que tenemos puesto.
Hay una larga tradición de académicos que han podido sacudirse de las prisiones de su tiempo. El fabuloso historiador italiano Carlo Ginzburg decía que mientras que muchos escribían sobre la Revolución Francesa, él prefirió concentrarse en un molinero desconocido; a partir de su estudio reinventó su disciplina.
Una de las noblezas de la sociología es que permite romper barreras, y más, exige que tengamos que mirar detrás de la cerradura, como escribía Berger. Se trata de desconfiar de lo aparente para descubrir el complejo entramado que esconde cada objeto, cada gesto, cada situación. Así parece haberlo entendido bien el autor de la Historia del blue-jean, que además de tener todas las credenciales académicas -se doctoró en la escuela más prestigiosa de París bajo la dirección de Pierre Bourdieu y es investigador emérito del Centro Nacional de Investigaciones Científicas-, elaboró varios filmes con un sello social. Con cámara en mano, por un lado, se introdujo en temas variados que van desde los migrantes hasta la psicoterapia, y por otro lado, tendió puentes entre la sociología y lo visual, mostrando que las barreras a menudo son negociables. Hace ya varios años que nos regala documentales diversos e inteligentes.
En suma, una lectura reconfortante, un autor de esos que vale la pena tener cerca.

Publicado en El Deber el 28 de abril del 2019. 

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