Marshall Berman en Times Square

A Marshall Berman se lo conoce y recuerda sobre todo por su libro clásico Todo lo sólido se desvanece en el aire, pero en verdad se sabe poco de él, de su accidentada vida y de su apasionada relación con su ciudad: Nueva York. On the town. One hundred years of Spectacle in Times Square es un texto que devela parte de esa historia.  Fue publicado inicialmente por Radom House (2006) y posteriormente por Verso (2009). Cuenta con seis capítulos y decenas de ilustraciones.

Por el origen de este estudio, se entiende buena parte de su contenido. Cuenta el autor que un domingo de junio del 1995, antes de dormir lo llamó un amigo editor de The Village voice invitándolo a escribir sobre Times Square denunciando millonarias inversiones de grandes empresas que cambiarían la naturaleza de la calle 42, la famosa plaza y su importancia para los neoyorquinos. Le sugería que se encargara de la introducción a un dossier crítico que ya estaba armado. En primera instancia rechazó la oferta, pero al colgar el teléfono su esposa le dijo: "¡Idiota! Es tu gran oportunidad, ahora puedes juntar cosas -sexo y bienes raíces y cines y tus padres y el metro y carteles y la calle-, todo lo que siempre dices que quieres hacer". Al día siguiente, estaba aceptando la propuesta. Este llamado de atención marca el tono del libro, el espíritu con el cual Berman se sienta a redactar: "juntar cultura y política, juntar el Nueva York del pasado y del presente, juntar mi vida como hombre y mi vida como niño, juntar mi búsqueda intelectual por las verdades profundas y mi primitivo amor por las luces de colores".

Con aquella premisa como una especie de estado de ánimo intelectual y emocional a la hora de explicar un problema complejo, el autor nos invita a recorrer las 260 páginas de su libro y los cien años que contiene. Y aclara que no buscará narrar la historia de la plaza o lo que hace la gente en esa calle, sino cómo se adueña de ella, para lo cual acude a todos los recursos que tiene a la mano: documentos históricos, fotografías, recuerdos y memorias personales, observación empírica, afiches, referencias teóricas, experiencias, etc. Metodológicamente, no tiene ningún reparo en empezar contando su fascinación por los anuncios luminosos, su tránsito de infancia por la calle 42 cuando acompañaba a su padre al trabajo o aquella anécdota donde, al confesarle a su tía que él había consumido drogas y que la sensación era sentir visiones alucinantes, ella le dijo: "No necesitas de drogas para esas experiencias. Todo eso lo tienes yendo a Times Square".

En cada capítulo, el autor relata episodios sobre la enigmática plaza poniendo el acento en un momento histórico pero subrayando su sustancia. Empieza con los primeros carteles a principios del siglo pasado, se detiene en las imágenes clásicas como la foto del marino besando a una enfermera –ambos anónimos hasta la fecha- en pleno Times Square en la Segunda Guerra Mundial, la representación de lo masculino y de lo femenino, etc. En suma, transita por la manera cómo se conformó ese lugar caracterizado por la "superabundancia de sentidos" que se dejan ver tanto en cada una de las imágenes y obras que ahí se muestran, como en la historia de quienes viven una experiencia particular.

Luego de una deliciosa narración interpretativa del lugar, Berman llega al epílogo nuevamente contando un incidente personal: "Reuters y yo". Describe cómo fue forzado a retirarse de la puerta del edificio de Reuters por un agente de seguridad que tenía el mandato de no dejar detenerse a nadie. Cuando argumentó que lo único que estaba haciendo era mirar lo que pasa en la calle para escribir un libro, recibió la eterna respuesta de los agentes de seguridad: "son órdenes". Contrariado por cómo la agencia de noticias que es capaz de denunciar regímenes despóticos en todo el mundo, era la primera en impedir a los ciudadanos a transitar libremente por la calle, optó por retirarse sin hacer escándalo, continuar con la redacción de su libro y no faltar al cumpleaños número diez de su hijo, que lo estaba esperando. Pero el bochornoso episodio le permite volver a la propuesta analítica y militante de su libro: "uno de los derechos humanos primarios es el derecho a la ciudad; esto significa que la vida de ciudad es una experiencia a la cual todo ser humano tiene derecho, lo sepan o no. A la vez, las ciudades son vulnerables y necesitan amor y cuidado infinitos".

El libro nos invita no sólo al tránsito por la famosa plaza, sino sobre todo devuelve la imaginación a la interpretación sociológica, la experiencia personal como fuente de análisis, la agudeza en la observación de cualquier insumo gráfico o histórico para sacar provecho analítico. Todo permeado por una intención política: la reivindicación de ser colectivamente dueños de la urbe, de sus plazas, de sus tiempos. Marshall Berman, uno de los neoyorquinos más memorables para conocer y recorrer.

Publicado en suplemento Ideas de Página Siete (03/8/2014)

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