Esquina de las fantasías



Y en esa esquina, vacía, me permití llenar la mesa con mis fantasías. Invité a mis mejores amigos, a los más cercanos, frente a quienes no tengo nada -o poco- que decir y que ocultar. Y la noche siguió hasta que el vino hiciera lo suyo, y el frío viento me devolviera a la realidad. No era más que una esquina vacía, bella, pero vacía.

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